Javier Milei oficializó el desembarco de Lisandro Catalán en el directorio de YPF, apenas dos semanas después de su salida del Ministerio del Interior. Según reveló LPO, el tucumano percibirá un sueldo de $140 millones mensuales, una cifra que desató fuertes cuestionamientos dentro y fuera del sector energético.

De acuerdo con el portal, Catalán había gestionado su llegada a la petrolera estatal -más allá de no poseer trayectoria técnica en el área- por los altísimos salarios que cobran los directores en la compañía de mayoría estatal.

El sitio especializado EconoJournal confirmó que ocupará el lugar que dejó Carlos Manuel Bastos, exsecretario de Energía de Domingo Cavallo.

Un directorio que cobija a exfuncionarios libertarios

La conducción de YPF se consolidó en los últimos meses como una especie de refugio estratégico para exfuncionarios del gobierno de Milei.

Entre ellos figura Guillermo Francos, exjefe de Gabinete, que también integra el directorio y cuya situación salarial aún no fue aclarada públicamente.

Otro caso es el de Eduardo Rodríguez Chirillo, que continúa en su cargo pese a haber dejado la Secretaría de Energía hace más de un año.

A esta mesa se suma también José Rolandi, todavía en la Jefatura de Gabinete, cuyo rol en YPF viene rodeado de polémica desde su participación en la comisión evaluadora encargada de definir qué proyectos ingresan al RIGI, lo que derivó en acusaciones de conflicto de intereses.

El trasfondo político del movimiento

El ascenso de Catalán se interpreta dentro de la interna libertaria como una jugada de Milei para premiar fidelidades y reforzar el control del Ejecutivo en una de las empresas más importantes del país.

Con este movimiento, el presidente suma a otro dirigente cercano dentro del corazón energético, un espacio clave en un año marcado por debates sobre tarifas, combustibles, inversiones y la posible prórroga del régimen de biocombustibles.