¿Qué hay detrás de las redes criminales multimillonaris de Brasil?
El 28 de octubre, Río de Janeiro fue escenario de una intensa intervención policial en las favelas.
El 28 de octubre, Río de Janeiro fue escenario de una intensa intervención policial en las favelas Complexo da Penha y Complexo do Alemão, hogar de unas 110.000 personas. La llamada "Operación Contención" movilizó 2.500 agentes, soldados y francotiradores para enfrentar al Comando Vermelho (CV), la histórica organización criminal que controla gran parte de estas comunidades.
Durante el operativo murieron al menos 117 presuntos atacantes y cuatro agentes, y unas 100 personas fueron detenidas. Las autoridades incautaron 118 armas, 14 artefactos explosivos y una tonelada de drogas. La operación surge tras un año de investigaciones y se explica por la expansión del CV, el aumento de la violencia y la intención del Estado de reafirmar el control sobre las favelas.
Entre miedo y control social
Vecinos relatan la vida bajo el dominio de las bandas: "Uno camina y ve gente con rifles grandes en cada esquina, parados en tu puerta con granadas y pistolas. Nadie se siente seguro", contó Thainã de Medeiros, líder comunitario del Complexo da Penha. Las bandas también regulan quién entra a las comunidades y cobran cuotas a empresas de servicios, reemplazando al Estado en tareas de control territorial, explicó Rafael Alcadipani, del Foro Brasileño de Seguridad Pública.
La operación fue defendida por autoridades como Luiz Lima, congresista local, mientras que organizaciones de derechos humanos, como Justicia Global, criticaron la intervención y denunciaron un patrón de violencia estatal contra jóvenes negros y pobres.
Origen y expansión del Comando Vermelho
El Comando Vermelho surgió en 1979 en la Penitenciaría Cândido Mendes durante la dictadura militar, inicialmente como una alianza de presos comunes y políticos. En los años siguientes, se consolidó como la banda más antigua de Brasil, controlando ventas de drogas y expandiéndose a nuevas zonas del país.
Su principal rival es el Primeiro Comando da Capital (PCC), fundado en 1993 en São Paulo tras la masacre de Carandiru. Mientras el CV se centra en Río y el norte del país, el PCC domina rutas de cocaína hacia Europa y África. La disputa por territorios y rutas de droga ha generado motines, masacres y enfrentamientos mortales en cárceles brasileñas.
Crimen organizado y economía ilegal
Ambas organizaciones generan enormes ingresos a través del comercio de drogas, oro, combustible, alcohol y cigarrillos, lavado de dinero e inversiones en empresas legales, según un estudio de 2025 del Foro Brasileño de Seguridad Pública. El Comando Vermelho y el PCC se comunican y dirigen operaciones, incluso desde la cárcel, mediante mensajes codificados, abogados y visitantes, lo que dificulta desmantelar su liderazgo.
Consecuencias para la comunidad
Las operaciones policiales intensas, aunque buscan controlar la violencia, han interrumpido proyectos comunitarios y aumentan el miedo de los vecinos. "Estábamos a punto de lanzar una alianza con Unicef para ayudar a los jóvenes a ingresar al mercado laboral. Tuvimos que cancelar todo. En cambio, estábamos limpiando cuerpos de las calles", relató Medeiros.
La situación en Río refleja una guerra sin fin entre bandas criminales y el Estado, con profundas implicaciones para la seguridad, la justicia y la vida cotidiana de miles de ciudadanos que viven atrapados entre ambos.