Este miércoles podría vivirse una de las movilizaciones más grandes del kirchnerismo en los últimos años. El motivo: acompañar a Cristina Fernández de Kirchner a Comodoro Py, donde debe ser notificada de las condiciones de su detención. La convocatoria ya encendió alarmas en la Casa Rosada, que ve con creciente preocupación cómo pierde control tanto de la calle como del clima político.

En Balcarce 50 admiten que no tienen margen de maniobra: "Esto es un cisne negro, tenemos control cero", dijeron fuentes oficiales. La subestimación inicial del impacto político que podía generar la condena a Cristina dejó al Gobierno en una posición incómoda, y ahora intenta desactivar el conflicto antes de que escale.

La estrategia del Gobierno para evitar un estallido

Con el objetivo de que Cristina no se presente personalmente en Comodoro Py, el asesor presidencial Santiago Caputo y el viceministro de Justicia, Sebastián Amerio, negocian contra reloj con el Poder Judicial. La jugada es lograr que el beneficio de la prisión domiciliaria se le conceda este mismo martes.

La intención oficial es quitarle combustible a la movilización. Sin embargo, en el kirchnerismo desconfían. La senadora Teresa García, una de las voces más cercanas a Cristina, fue clara: "La marcha se hace igual. Vamos a estar con ella donde sea".

Presión en Comodoro Py y temor a una imagen desafortunada

La definición sobre la modalidad de detención recae en el juez Jorge Gorini, presidente del tribunal que condenó a Cristina. Si bien comparte criterios con sus colegas Rodrigo Giménez Uriburu y Andrés Basso, estos últimos son más duros: tienen cuentas pendientes con el kirchnerismo, a quien acusan de haberlos espiado y hostigado.

Ante la posibilidad de un escenario tenso, Gorini decidió suspender una licencia para quedarse en el país y negociar internamente. Según fuentes judiciales, hay un pedido creciente entre jueces y fiscales para otorgarle cuanto antes la domiciliaria: "Hay que dejarse de joder y evitar un desmadre", confió un magistrado.

En la Casa Rosada temen una puesta en escena desafortunada, como la recordada imagen de Amado Boudou en pijama y esposado. Todo indica que el martes será clave para evitar que el miércoles estalle la calle.