Lo que se disputa en las urnas este año es el poder de veto
Las legislativas bonaerenses se volvieron un plebiscito a la gestión nacional en el distrito clave del país. La elección abre la recta final hacia octubre, donde se jugará la verdadera pulseada por la estabilidad política argentina.
Con las elecciones legislativas bonaerenses de hoy, la política argentina llega a una encrucijada. Una instancia en la que confluyen numerosas vías y de la que se abren múltiples derivaciones. Como todo cruce de caminos, es un punto decisivo: hay rutas que se van a tomar y otras que serán descartadas.
Las elecciones provinciales bonaerenses para renovar el Poder Legislativo de ese distrito han ido ganando una entidad cada vez más gravitante. A comienzos de año representaban una contingencia para el gobierno de Axel Kicillof, que resolvió -entre apuros y angustias- desdoblarlas y separarlas de las nacionales de octubre. Para La Libertad Avanza se trataba tan sólo una escala de cabotaje camino a las parlamentarias nacionales. Todo ello ha cambiado. La precariedad del "modelo" económico de la Casa Rosada, el rosario de escándalos de presunta corrupción, y la impericia política del oficialismo han terminado convirtiendo los comicios de hoy en un plebiscito de la gestión nacional en el distrito electoral más importante de la Argentina.
A este momento concurren diversas dimensiones. Una de ellas, sumamente preocupante, es el clima de violencia que se ha instalado en la campaña bonaerense. La Argentina tiene un pasado de violencia política descomunal, que convirtió el siglo XX en una sucesión de infiernos. La de hoy será una jornada clave para determinar si ese demonio volvió para quedarse entre nosotros.
También confluyen buenas noticias: el resultado es incierto. Esa incerteza es una buena noticia: si no hay final cantado es porque el poder de decisión sigue estando en manos de los ciudadanos. Es decir las elecciones siguen siendo competitivas. Y por ende, esto sigue siendo una democracia.
Hay una tercera senda que también aparece en la encrucijada. Dada el desmesurado peso electoral bonaerense, hoy comienza la cuenta regresiva para la elección de medio término del 26 de octubre. Cabe aclarar que aventurar resultados corresponde al plano de la astrología (severamente más creíble, a la vuelta de las últimas dos encuestas, que la "patria encuestadora" nacional). Huelga decir que elucubrar en qué proyectar al plano nacional los guarismos de una elección provincial que aún no se ha celebrado es material para mentideros. La Argentina lleva a cabo elecciones de manera ininterrumpida desde hace 42 años. Lo que vino después de una votación, en algunos casos, fue un cambio. Otras veces, la ratificación de un "modelo". En algunas oportunidades, hubo mejoras. En otras, todo empeoró. No hay manera, entonces, de arriesgar causalidades. Ni siquiera de ensayar correlaciones. Una primera certeza es que, sin importar los escrutinios, la historia siguió adelante.
Pero si bien en esta era de "posverdades" todo es relativo (algunos se declararán ganadores incluso perdiendo; se contrastarán bancas obtenidas vs. votos logrados; se discutirá qué secciones electorales de la provincia son más importantes que otras), una certeza que emerge con claridad en lo institucional. Hoy se ingresa en la recta final de la disputa por el "poder de veto" en la Argentina.
La tensión bipolar
La polarización de la campaña bonaerense es absoluta. De un lado, el oficialismo provincial (el peronismo unido para los comicios). Del otro lado, el oficialismo nacional (una alianza entre La Libertad Avanza y el PRO). Esta bipolaridad es reveladora en muchos sentidos.
El veredicto de las urnas será decisivo camino a octubre. No importa quién capitalice los resultados, ni cómo, el escrutinio final marcará un antes y un después camino a octubre. La batalla electoral, en esa oportunidad, no será para disputar el control del Congreso de la Nación. Su composición actual prefigura que ningún partido ni coalición podrá, sin importar su grado de triunfo, obtener quórum propio. Lo que está en juego, en todo caso, es si la Casa Rosada logrará tener un tercio más uno de las bancas para sostener los vetos de la Presidencia de la Nación contra leyes no queridas; o no.
Por ende, lo que también está en juego es si el peronismo, a nivel parlamentario, seguirá siendo un "actor de veto" de las políticas gubernamentales. Es decir, si podrá torcerle el brazo a la gestión "libertaria" e imponer sus propias leyes, o no. Tanto es así que en la última sesión del Senado, el kirchnerismo (en un jamás visto espasmo de conciencia republicana) dio media sanción a una ley que modifica el mecanismo de aplicación de los Decretos de Necesidad y Urgencia. Es decir, el kirchnerismo modifica la ley actual, consagrada durante el kirchnerismo. Si se convierte en ley, condicionará el margen de maniobra del Gobierno libertario. Léase, el peronismo "veta" a un gobierno ajeno el margen de discrecionalidad que le dio a uno propio. Los libertarios, ¿podrán vetar esos cambios y sostener ese freno, como lo hicieron con la suba de las jubilaciones? ¿O fracasarán en el intento, como ocurrió con la ley que declara la Emergencia en Discapacidad? Otra vez: es el "poder de veto" lo que estará en disputa en los comicios nacionales del último domingo de octubre.
Diputados, banca por banca
Planteado así, vale la pena revisar cuánto, exactamente, es lo que están apostando los espacios políticos que competirán en los comicios nacionales de medio término.
En la Cámara de Diputados, compuesta por 257 representantes, se renuevan 127 escaños:
· Unión por la Patria renueva 46 de los 98 con que cuenta.
· El Pro renueva 21 de los 35.
· La Libertad Avanza renueva 8 de los 39 de su bloque.
· CREO y la Liga el Interior, aliados de LLA, renuevan 4 de los 7.
· Los partidos provinciales no alineados renuevan 12 de los 22.
· El bloque de la UCR renueva 11 de los 14.
· El bloque radical Democracia para Siempre (lo lidera Facundo Manes) renueva 9 de los 12.
· El bloque Encuentro Federal (lo lidera Miguel Pichetto) renueva 7 de los 15.
· El Frente de Izquierda - Unidad renueva 4 de los 5.
· La Coalición Cívica renueva 4 de los 6.
· Republicanos Unidos renueva su única banca: la de Ricardo López Murphy.
La composición de la Cámara Baja se completa con 3 diputados del Movimiento de Integración y Desarrollo (aliado del PRO), quienes asumieron en 2023 y en estos comicios no arriesgan sus bancas.
El punteado sirve para tener en cuenta el peso específico de cada fuerza política. Eso sí: sin dejar de tener en cuenta que la geografía del Poder Legislativo es cambiante, porque todo el tiempo hay distanciamientos y acercamientos, con independencia de cómo queden "blanqueados" en las diferentes bancadas. Pero, en definitiva, la radiografía sirva para tener en cuenta que el peronismo es la fuerza política que más arriesga en estos comicios, producto de la buena performance electoral que tuvo en las elecciones de medio término de 2021.
Simultáneamente, y dados los 257 escaños de la Cámara Baja, el tercio está dado por 86 bancas. La Libertad Avanza y el PRO, junto con los partidos aliados, suman hoy 84 escaños. Y ponen en juego 33. Necesitan renovar esa cifra e incrementarla cuanto menos con cuatro diputados más (el tercio de las bancas más uno) para tener garantizado el "poder de veto" de la Casa Rosada.
El Senado, escaño por escaño
En el Senado también se da esta situación de que el peronismo es la fuerza política que más bancas apuesta, producto de la gran elección que logró en 2019 (el mandato senatorial es por seis años), cuando volvió al poder con la fórmula Alberto Fernández - Cristina Fernández de Kirchner.
· El bloque peronista Unidad Ciudadana renueva 9 de las 15 bancas
· El bloque peronista Frente Nacional y Popular renueva 6 de las 15.
· La UCR renueva 4 de las 13.
· Los partidos provinciales no alineados renuevan 3 de las 16.
· El PRO renueva 2 de las 7.
La composición de la Cámara Alta se completa con 6 senadores de la Libertad Avanza, quienes asumieron en 2023 y en estos comicios no arriesgan sus bancas.
Dadas los 72 escaños senatoriales, el tercio está dado por 24 poltrones. El peronismo pone en juego la mitad de su representación: 15 de las 30 bancas. La Libertad Avanza y el PRO arriesgan 2 de los 13 espacios que ocupan. Eso sí: el mecanismo de elección es diferente que en Diputados. En el Senado cada provincia sienta tres representantes: dos por la fuerza más votada y uno por la minoría que le sigue. En octubre se renuevan miembros de la Cámara Alta en 8 distritos: Salta, Santiago del Estero, Chaco, Entre Ríos, Neuquén, Río Negro, Tierra del Fuego y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Es decir que el oficialismo nacional debería ganar en 7 de estas 8 circunscripciones para sumar 14 senadores que, junto con los 11 de LLA y el PRO que tiene mandato aún, logren el "tercio + 1" para sostener los vetos que eventualmente pueda oponer Milei contra leyes que considere adversas.
Mayorías, minorías y estabilidad
La cuestión del "poder de veto" es una variable de primera magnitud en materia de "gobernabilidad". Según los estudios de ciencia más política, son un indicador clave en materia de estabilidad presidencial. Lo aborda, por ejemplo, Aníbal Pérez Liñán en el documento académico "Instituciones, coaliciones callejeras e inestabilidad política: perspectivas teóricas sobre las crisis presidenciales" (publicado en "América Latina Hoy", volumen 49, Universidad de Salamanca, España). El politólogo argentino rescata un análisis de Gabriel Negretto que abarca 75 presidencias de 18 países latinoamericanos entre 1978 y 2003. El estudio indica que de los presidentes con partidos mayoritarios en el Congreso, sólo el 4% terminó anticipadamente su gestión. De los que en lugar de un partido tenían coaliciones mayoritarias (aunque su partido fuera de minoría), sólo el 8% vio interrumpido antes de término su mandato.
¿Qué pasa con los presidentes con fuerzas políticas minoritarias? "De los presidentes en minoría que controlaban a los legisladores ‘mediano' y ‘pivote', apenas el 9% sufrieron una interrupción de su mandato; de aquellos que sólo controlaban al legislador ‘pivote', un 32% abandonó el poder antes de tiempo y de aquellos que no controlaban a ninguno, el 55% se vio obligado a abandonar el cargo", consigna el artículo mencionado.
Pérez Liñán explica que el legislador "mediano" es el que se ubica en el centro del espectro político, siempre necesario para conformar una mayoría. Esto se vio para aprobar la "Ley Ómnibus". El legislador "pivote", en tanto, es aquel cuyo respaldo es necesario para sostener el veto presidencial. El legislador más distante del Presidente, cuyo respaldo resulte necesario para formar este tercio es justamente el legislador "pivote". Por ejemplo, los "radicales con peluca" que, en el año pasado, votaron en favor de un aumento para los jubilados, pero después apoyaron el veto de Milei.
En síntesis: se observa una marcada correlación entre la estabilidad presidencial y las mayorías legislativas. Y se puede inferir que, cuando esa mayoría parlamentaria no es posible, el "poder de veto", es decir, que el presidente conserve cuanto menos la capacidad de vetar leyes que no considere convenientes, deviene "condición necesaria" para un mínimo de estabilidad.