La mesa chica de la CGT se reunirá este viernes con la conducción del Partido Justicialista para evaluar una posible medida de apoyo a Cristina Kirchner, recientemente condenada por corrupción. La cita se da en un contexto complejo: el sindicalismo alineado con el kirchnerismo exige un paro general para denunciar la supuesta proscripción de la ex vicepresidenta, pero la conducción cegetista duda.

El principal obstáculo es político y judicial. La CGT mantiene relaciones con miembros de la Corte Suprema, que debe decidir próximamente sobre el capítulo laboral del DNU 70 de Javier Milei y la validez del decreto 340 sobre el derecho a huelga. Una medida de fuerza contra un fallo del máximo tribunal podría afectar esa relación y poner en riesgo intereses clave del movimiento obrero.

Fuerte interna entre los gremios kirchneristas y la cúpula de la CGT

Los cotitulares Héctor Daer (Sanidad), Octavio Argüello (Camioneros) y Carlos Acuña (Estaciones de servicio) asistirán al encuentro con el PJ, pero ya dejaron claro que no impulsarán un paro general. "No somos un local partidario", dijo Argüello. La CGT emitió un comunicado en repudio al fallo contra Cristina, pero no planea ir más allá.

Del otro lado, figuras como Sergio Palazzo (Bancarios), Abel Furlán (UOM), Víctor Santa María (Encargados de edificios), y Carlos Minucci (APSEE), exigen medidas más contundentes. Minucci fue tajante: "Exigimos un paro general en defensa de la democracia".

Palazzo y Furlán incluso propusieron movilizar a Comodoro Py cuando Cristina deba presentarse ante la justicia. En la CGT, sin embargo, prima la idea de habilitar "libertad de acción" para que cada gremio decida si se suma o no.

Viejos rencores y disputas internas

Más allá del fallo y el escenario judicial, existe una desconfianza de larga data entre la conducción de la CGT y el kirchnerismo. Cristina y su hijo Máximo marginaron a varios gremialistas de las listas legislativas en los últimos años, priorizando a dirigentes fieles como Palazzo, Yasky o Vanesa Siley.

Tampoco ayudó la fallida propuesta de Cristina para reformar el sistema de salud sindical, lo que la CGT interpretó como un intento de apropiarse de los fondos de las obras sociales.

Hoy, los líderes de la CGT más alejados del kirchnerismo -como Daer, Rodríguez y Moyano- respaldan abiertamente a Axel Kicillof como figura presidencial del peronismo. Por eso, cualquier gesto en defensa de Cristina es más político que sindical, y deja expuesta la fractura interna del movimiento obrero.