EL SHOW DE LA POLÍTICA: Entre el ruido y el resultado
Hace rato que la política dejó de ser solo un espacio donde se debaten ideas y planes para el destino de la cosa pública, para pasar a ser un escenario donde el show debe continuar.
Ni en nuestros sueños más bizarros hubiéramos imaginado un presidente que recibe recomendaciones del espíritu de su perro o juega con títeres; diputados con peluca; diputadas en batallas de celulares; o un grupo económico que grita "flooota" 30 días antes de que todo se desplome en perjuicio de las grandes mayorías de este país.
Encontramos espectacularidad en diferentes niveles: en los gestos y en las escenografías. Desde Milei cantando desaforado "Panic Show" hasta Cristina dirigiéndose a la masa en audios con voz omnipresente. La espectacularidad también se hace evidente en los personajes que construyen de sí mismos, con frases, ideas, latiguillos o gestos que cobran más protagonismo que los planes de gobierno. La narrativa no queda exenta de esta arrasadora espectacularidad: todas las semanas los titulares de los diarios se colman de intriga, traiciones y finales abiertos con héroes y villanos.
POLÍTICA POP
Gianpietro Mazzoleni, profesor titular de la Universidad de Milán, desarrolló el concepto de "política pop": la política entrelazada con el entretenimiento, adaptándose a la lógica del espectáculo mediático. Con el auge de las redes sociales, la acción política no puede quedar reducida solo a informar: debe trascender y generar audiencia.
En una primera instancia, la televisión había descubierto la posibilidad de aumentar espectadores con la presencia de figuras políticas decididas a renunciar al "acartonamiento" y entregarse a la gramática televisiva. Así fue como Javier Gerardo Milei pasó de panelista explosivo en programas como Intratables o Animales Sueltos a presidente de la Nación Argentina.
A pesar de que se escriben ríos de tinta sobre la "muerte de la televisión", lo cierto es que, junto a las redes sociales, la radio y el stream, generan el caldo de cultivo óptimo para la espectacularización de la política.
Televisión, radio, programas de stream y redes sociales se retroalimentan. Antes la pantalla chica marcaba la agenda; hoy corre detrás de las redes, que modificaron el equilibrio del poder.
LA POLÍTICA NO ESPERA INVITACIÓN
Los políticos y políticas ya no necesitan esperar invitaciones a pomposos programas televisivos para opinar, denunciar o mostrarse. Un teléfono en la mano condensa todo lo que necesitan: cámara, micrófono y pantalla. Las redes los convirtieron en productores de contenido. Cada vivo, cada reel y cada tuit puede llegar más lejos que una entrevista en prime time. La comunicación ya no depende de un productor que abra puertas: lo único que necesitan está en sus bolsillos.
Los personajes y sus discursos elevados, complejos y distantes fueron desterrados por la "política pop". Hoy aspiran a generar cercanía, mostrarse involucrados en la vida cotidiana de la gente y afianzar los canales de conversación. No todos correrán con la suerte de ser sujetos de curiosidad y diversión porque, por más que se esfuercen, como en el espectáculo: "el ángel" se tiene o no se tiene.
HABLAR EL LENGUAJE DEL SOBERANO
¿Cuántas veces hemos salido de una sala de teatro o de un cine sin ser conmovidos por la lejanía del lenguaje? Lo mismo sucede en cadenas nacionales, conferencias de prensa o entrevistas donde los protagonistas no logran acercarse al sentir de sus destinatarios.
Una decisión administrativa puede ser muy difícil de comprender, pero si se cuenta con ejemplos, metáforas, imágenes o el relato de experiencias, puede ser mejor recibida.
Si el ciudadano no reconoce o identifica el problema, difícilmente pueda expresarse al respecto. Si lo conoce, es más probable que tome partido y se involucre. Se trata de traducir lo complejo a lo cotidiano.
Quien quiera conectar debe usar frases simples, cortas y concretas. No hacerlo -abusar del poder de la oratoria y complejizar- puede conducir al hastío, algo que sucedió en el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner con sus extensas cadenas nacionales
También es imprescindible hablar de lo que todos viven, despertar emociones y sembrar imágenes que faciliten la apropiación de las ideas. La emoción se atesora mejor que las cifras, y el humor y la ironía se propagan más rápido que la estadística y el análisis concienzudo. Escuchar antes de hablar marca la diferencia casi tanto como ser auténtico.
EN TIEMPOS DE ESPECTACULARIDAD
En este país, la política pop no es propiedad de un solo espacio político-partidario. Puede ser abordada por opuestos, pero los excesos conducen a los mismos desenlaces. "Me corto un brazo antes de subir un impuesto", dijo el Milei panelista, desmentido por el Milei presidente que restituyó la cuarta categoría del impuesto a las ganancias.
La sobreexposición a las cámaras agranda los márgenes de error y acumula archivos que siempre serán recordados por algún aficionado o detractor.
Si bien la conversación con la audiencia lidera las preocupaciones, no hay que olvidar que: decir es ruido, hacer es resultado.