Una socia fantasma en el acuerdo con OpenAI

El anuncio de Javier Milei junto al CEO de OpenAI, Sam Altman, prometiendo una inversión millonaria en el sur argentino, dejó más dudas que certezas. La sorpresa no vino solo por la falta de detalles del proyecto "Stargate", sino por la aparición de una desconocida firma local: Sur Energy, presentada por Altman como "una de las empresas de energía más importantes del país".

Sin embargo, en el sector energético nadie parece conocerla. Su sitio web, armado con una plantilla básica de Adobe, muestra apenas un formulario de contacto y un mapa de Google. No hay nombres, historial ni presencia corporativa real. Tampoco hubo participación de sus representantes en la reunión que Milei y su asesor Demian Reidel mantuvieron con los ejecutivos de OpenAI en la Casa Rosada.

Un funcionario del Gobierno intentó despegarse de la polémica y explicó que "Sur Energy es solo un bróker que une a las partes, detrás hay dos empresas de energía muy importantes". Pero la pregunta persiste: ¿por qué una intermediaria fantasma figura en un acuerdo de semejante magnitud?

Sospechas y vínculos políticos detrás del anuncio

La falta de precisiones sobre el proyecto -sin plazos, localización ni financiamiento claro- generó malestar incluso entre especialistas del sector. "No hay nada concreto, parece un anuncio armado para la foto", aseguró un consultor energético.

Elon Musk, por su parte, fue tajante en X: "OpenAI está construido sobre una mentira". Su comentario amplificó las dudas en torno a la transparencia del acuerdo.

Dentro del Gobierno, algunos sostienen que Sur Energy fue "impuesta" como intermediaria, y que detrás estarían Central Puerto, vinculada a Nicolás "Nicky" Caputo, y otra compañía de peso. "La armaron de cero y alguno está prendido", deslizó una fuente del sector.

Desde Casa Rosada, en tanto, buscan despegarse: "El Estado no tiene nada que ver. Es un deal privado entre Altman y su socio local", remarcaron.

Pero la sombra de los anuncios grandilocuentes y las inversiones fantasma -como ocurrió con el fallido proyecto de hidrógeno verde durante el gobierno de Alberto Fernández- vuelve a sobrevolar la política argentina.