Educando a Javier
Termina un año que, en la escena política, ha estado fraguado por victorias y derrotas, tanto para el oficialismo como para la oposición. El Gobierno libertario imposta triunfalismos, mientras sus adversarios exageran los reveses que han logrado asestar. Y dado que, como sostenía Borges, el éxito y el fracaso son dos grandes impostores (nunca se gana tanto como se quiere ni se pierde tanto como se piensa), lo medianamente cierto es que 2025 finaliza como un año de aprendizajes.
Desde la cuenta en la red social "X" de esa entelequia denominada "Oficina del Presidente" se ha posteado un comunicado oficial que celebra la sanción, en el Senado, del Presupuesto General de la Nación para 2026. Esa norma representa una verdadera economía de ejemplos que sintetiza las muchas lecciones que La Libertad Avanza ha tenido que incorporar en los últimos 12 meses.
Los votos no dan la razón
Emerge, como hecho notorio, que el oficialismo debió desistir con su obsesión de derogar las leyes de Financiamiento Universitario y de Emergencia en Discapacidad. Había tratado de manera infructuosa de fulminarlas cuando el Presupuesto 2026 se votó en la Cámara de Diputados, mediante un escandaloso "Capítulo XI", al que le fueron sumando prebendas (fondos coparticipables para la Ciudad de Buenos Aires y recursos para el Poder Judicial), pero que ni con todos esos espejitos de colores pudo prosperar. La Casa Rosada debió aprender, a fuerza de aplazos, que la universidad pública, aunque indudablemente perfectible, es un valor de la argentinidad. Y que los sectores vulnerables de la sociedad no pueden ser variables de ajuste. Al respecto, ninguna ecuación económica ni ningún triunfo electoral podrán imponerse. Porque el que consigue los votos ostenta el poder, pero no necesariamente tiene la razón.
Ganar no es disciplinar
El Financiamiento Universitario y la Emergencia en Discapacidad encarnan dos emblemáticos ejemplos de un año durante el cual los libertarios mordieron el polvo de las derrotas parlamentarias una y otra vez. Antes de ganar las elecciones de medio término. Y después también. De hecho, la sanción (con modificaciones) del Presupuesto 2026 es, más que una victoria oficialista, un triunfo de la normalidad institucional. Es la primera vez que el Gobierno actual contará con una pauta legal de ingresos y gastos, pese a que ya ha superado la mitad del mandato.
Para que esto sea posible, La Libertad Avanza evitó, en la sesión del Senado, perpetrar el atropello que acometió en Diputados: no nombró representantes ante la Auditoría General de la Nación. Ese gesto permitió que los senadores del sector "dialoguista" acordaran votar el Presupuesto 2026. Esta ley, por cierto, también era reclamada por los gobernadores, que no querían afrontar un tercer año de gestión librados al capricho de la graciosa majestad del jefe de Gabinete, que es quien reasigna partidas cuando (como en los últimos dos ejercicios) el país se administra prorrogando presupuestos anteriores. Es decir, el oficialismo aprendió que el triunfo en las urnas, como el obtenido el 26 de octubre, ordena la "interna" del proyecto político, pero de ninguna manera equivale a "disciplinar" a quienes no forman parte del Gobierno.
Mucho "jefe", ningún "patrón"
Por caso, el Gobierno repartió antes de la sesión de Diputados, más de 60.000 millones de pesos en Aportes del Tesoro Nacional a seis gobernadores. Los diputados que responden a algunos de ellos, como en el caso de Tucumán, finalmente no acompañaron el polémico "Capítulo XI". Dicho de otro modo, y por más de que en el discurso libertario se hable de "el jefe", en la democracia no hay "patrones de estancia". No los hay respecto de los parlamentarios (lo entendieron los mandatarios provinciales). Mucho menos respecto de los gobernadores (lo entendió la Casa Rosada).
Amor con amor se paga
Respecto de los oficialismos provinciales, precisamente, lo que La Libertad Avanza debiera comprender, antes de gatillar ATN sin garantía de contraprestación parlamentaria, es que los actuales gobernadores ocupan sus cargos con sus propios votos. A diferencia de muchos parlamentarios nacionales, que lograron sus poltronas "colgados del saco" (o de la "peluca") de Milei, los mandatarios fueron consagrados como tales antes que Milei ganara el balotaje. De modo que con ellos habrá que llegar a entendimientos coyunturales, ley por ley. No habrá "noviazgo" político entre los líderes provinciales y la Nación, mucho menos después de que La Libertad Avanza planteará, el 26 de octubre, una competencia por los cargos electivos en cada distrito de la Argentina. "Amor con amor se paga" es, probablemente, el eufemismo para esa lección.
Ley mata motosierra
Finalmente, la sanción del Presupuesto 2026 es también un bálsamo para el Gobierno, que comprendió que, en el marco de una democracia, la discrecionalidad tiene ventajas claras, pero también costos elevados. Ahora que la política de ingresos y de gastos es ley, la carestía de recursos para determinadas áreas del Estado ya no será "facturada" como costo político sólo al Poder Ejecutivo: ha sido el Congreso de la Nación el que avaló esa norma. Ya no será la "motosierra" decisionista (de hecho, ya no hablan de ella) la responsable de que haya dineros públicos para unas áreas, en desmedro de otras. Ahora es una norma consensuada por la mayoría la que parte y reparte. El aprendizaje es que esa máxima republicana de que nadie tiene más poder que aquel que la ley le confiere no sólo es una condición de la calidad institucional, sino también una necesidad de los propios gobernantes de las democracias reales.
Coherencia derogada
Claro está, la cuestión es elucidar, también, si los partidos políticos de la oposición han aprendido algo a lo largo de este año vertiginoso. La Unión Cívica Radical languidece: el bloque de la UCR en diputados tiene, apenas, seis parlamentarios. Y entre ellos no está Martín Losteau, quien hasta hace un par de semanas era el presidente del Comité Nacional de esa fuerza. El ex ministro de Economía de Cristina Fernández de Kirchner, autor de la infame "resolución 125" (fijaba retenciones móviles a la exportación de soja y generó el conflicto con el campo en 2008) ahora conforma el bloque de Provincias Unidas, a pesar de que fue electo por la Ciudad de Buenos Aires. La coherencia, en el centenario partido, debe estar padecer de senilidad.
Hoguera de necedades
En cuanto al peronismo, pasaron de ganar por paliza las elecciones legislativas de provincia de Buenos Aires el 7 de septiembre, cuando le sacaron casi 14 puntos de ventaja a La Libertad Avanza, a perder los comicios nacionales de medio término a nivel nacional, incluyendo el propio distrito bonaerense. Cayeron a manos de un gobierno que desaceleró la inflación (un logro mayúsculo), pero no logró crecimiento económico. Y, sobre todo, ante un oficialismo que estuvo salpicado de un escándalo tras otro (la "cripto-estafa" con "$Libra"; el escándalo de los audios de las coimas en Andis; la renuncia de José Luis Espert en plena campaña por su relación con el empresario Fred Machado, detenido por presunto narcotráfico, y siguen los éxitos...). Contra ese cúmulo "affairs", el prometió más de Cristina bailando, de Máximo posando, de Kicillof farfullando, de Massa sonriendo y de Grabois pontificando. Así no hay movimiento nacional y popular que aguante en las urnas...