Edmundo Jiménez: 11 años al frente del MPF y una gestión marcada por el nepotismo, poder y la impunidad
A los 81 años, Edmundo "Pirincho" Jiménez sigue concentrando un poder inédito en la Justicia tucumana. Exministro político de José Alperovich y hoy jefe de los fiscales, su figura es cuestionada por su cercanía al poder político, el nepotismo y la falta de transparencia.
Edmundo Jiménez asumió como ministro público fiscal el 15 de agosto de 2014, apenas dos meses antes de cumplir 70 años. Once años después, sigue al mando del organismo que controla la investigación penal en Tucumán, y lo hace con un estilo que muchos definen como "omnipresente".
Su trayectoria política comenzó mucho antes de llegar a la Justicia. Entre 2003 y 2014 fue ministro de Gobierno y Justicia de José Alperovich, y durante ese período intervino en la designación de casi 100 jueces. En aquellos años, La Gaceta señalaba su estrecha amistad con magistrados clave, lo que anticipaba la influencia que luego consolidaría dentro del Poder Judicial.
De ministro político a juez del sistema
Antes de pasar al Poder Judicial, Jiménez fue secretario del Partido Justicialista y promovió la polémica concentración de la investigación penal preparatoria en la Cámara de Apelaciones con sala única, un cambio que aumentó la discrecionalidad y redujo los controles internos.
Los que trajinan los pasillos de tribunales penales son muy críticos de la gestión de Jiménez. "Él sabe al detalle todas las causas que se tramitan y las mantiene bajo siete llaves", señaló un abogado con varias décadas recorriendo los pasillos judiciales. Tanto es así que el Ministerio Público Fiscal utiliza el sistema informático SIAL, que ni siquiera los jueces de la Corte Suprema tienen acceso. El resto del Poder Judicial usa el sistema SAE.
¿Para qué Jiménez mantiene en secreto las causas del Ministerio Público Fiscal? Porque de esa manera define, en soledad, cuál causa acelerar y qué expediente hacer dormir.
Su entorno familiar también está profundamente ligado a la estructura judicial: su hermana, Elva "Muñeca" Jiménez, fue camarista; su esposa, Susana Sánchez Toranzo, ex jueza; y varios de sus allegados forman parte del circuito de poder judicial tucumano. "El Poder Judicial es mi lugar", solía decir cuando dejaba la política formal, aunque en los hechos nunca la abandonó.
Con el paso del tiempo, Jiménez fue extendiendo sus tentáculos por casi todos los rincones del Poder Judicial. En una situación inédita, logró que el ex gobernador Juan Manzur propusiera a Facundo Maggio dos veces para el mismo Juzgado. Maggio está casado con Eloísa Rodríguez Campo, también funcionaria judicial y sobrina de Pirincho Jiménez. Es que cuando se conoció su primera nominación, se filtró que Maggio había defendido a militares del Operativo Independencia y había sido repudiado por organismos de derechos humanos. Insólitamente, Manzur luego insistió con su postulación para el Juzgado II.
Otra sobrina, Eleonora Rodríguez Campo, es vocal de la Corte Suprema de Justicia de la provincia.
Reinaldo Jiménez, hijo del jefe de los fiscales, tuvo un mandato como legislador provincial del PJ y el año pasado renunció como consejero del partido para empezar a trabajar en el Poder Judicial, de la mano de su padre.
Edmundo Jiménez hijo también fue designado en tribunales. Lo de familia judicial no era una metáfora.
Pero no fueron los únicos casos de nepotismo: varios sobrinos que se desempeñan como auxiliares fiscales en la Unidad Fiscal de Decisión Temprana. Por allí ingresan todas las denuncias que son administradas con puño de acero por Edmundo Jiménez.
Pirincho Jiménez resiste en el cargo gracias a que algunos de sus fiscales leales tienen causas sensibles para el poder. Carpetazo mata denuncia por mal desempeño en la Comisión de Juicio Político.
Las promesas que no cumplió
Al asumir como fiscal jefe, Jiménez prometió impulsar mayor transparencia y dar protagonismo a las víctimas. "Hay que contener a la víctima", aseguraba en 2014. Sin embargo, su gestión fue señalada por lo contrario: acusaciones de encubrimiento, causas armadas, persecución selectiva y silencios estratégicos.
También se comprometió públicamente a no designar familiares ni amigos en el Poder Judicial. "Para nada voy a pensar en designar a mi familia en la Justicia", dijo entonces. Una promesa que quedó lejos de la realidad.
Una Justicia sin control
A once años de su llegada, el Ministerio Público Fiscal de Tucumán se convirtió en un organismo cuestionado por su falta de independencia y concentración de poder, mientras su titular se mantiene inamovible a los 81 años.
El "estilo Pirincho" parece haberse consolidado: una combinación de poder político, relaciones personales y un sistema judicial que responde más al interés de los poderosos que al reclamo de las víctimas.