Al barco libertario se le rompió un ancla financiera

El Gobierno de Milei enfrenta una crisis financiera autogenerada al cerrar la "ventanilla" de liquidez bancaria y perder el control de las tasas. La volatilidad del mercado expone los límites de su estrategia económica.

La coyuntura financiera vive momentos de estrés. Y los argentinos, lógicamente, se estresan junto con ella. Hay, sin embargo, un agravante: la angustia. Hija, ciertamente, de la desinformación. En la columna del domingo pasado reparábamos en cuánto resiente a las democracias la intolerancia contra los críticos. 

Precisamente, cuando impera esta intolerancia lo que se desvanece es el debate público. Y la discusión pública es un índice determinante para la democracia.

    Así como con la política, el Gobierno nacional nada discute respecto de la coyuntura financiera: solamente insulta. Esa práctica entusiasta de descalificar a quien opine que esta gestión no estaría en condiciones de ganar ningún Nobel de Economía, teniendo en cuenta que se le "escapan" las tasas en pesos, evita reparar que mucho del sofocón de finales de julio se debe a lo heredado de gestiones anteriores. Pero también oculta la responsabilidad de las autoridades actuales.

Conviene, entonces, desandar ese laberinto, teniendo como hilo de Ariadna la guía del economista tucumano Miguel Palou, a partir de los abordajes expuestos en el programa de streaming "Entre Canibales", por la plataforma de Enterate Play.

La gestión de Javier Milei asumió con una "bola de nieve" rodando descontrolada sobre las cuentas públicas: las "Leliq" (Letras de Liquidez) del Banco Central. Entre ellas y los "pases" sumaban unos 17 billones de pesos (es un 17 con 12 ceros por detrás). Esa monstruosidad llegó a obligar al Estado argentino a emitir 2,3 billones de pesos mensuales para afrontar las tasas de interés de la época. 

En octubre de 2023 la tasa alcanzó el 133% nominal. El BCRA fijaba intereses cada vez mayores porque la inflación era imparable (la interanual, ese mes, había llegado al 138,3%). De lo contrario, los bancos dejarían de inmovilizar su dinero en "Leliqs" y se volcarían al dólar: el infierno tan temido.

Ojo: el cuarto gobierno "K" heredó, a su vez, la bola de nieve de las "Lebacs" del macrismo, cuando eran ministros tanto Luis Caputo como Federico Sturzenegger. Estos, a su vez, dirán que ellos recibieron la pesada herencia de las primeras tres presidencias kirchneristas. Y así con el cuento de nunca acabar donde a la culpa la tienen los españoles de la "Conquista", si acaso no los Incas...

Grosso modo (para evitar tecnicismos que distraen y complican), la gestión libertaria toma esas "Leliqs" y los "pases", que era un fuente de emisión constante, y las canjean por las "Lefis" (Letras Fiscales de Liquidez), que ya no están en el BCRA sino en el Tesoro de la Nación.

"A diferencia de las ‘Leliq', las ‘Lefis" se pagan con superávit o con deuda del Tesoro: no con emisión. Salvo en casos de rescate, para lo cual el BCRA estaba facultado", explica Palou. Justamente, el cambio clave es que este instrumento ahora es una fuente "potencial" (ya no "automática") de emisión. Los bancos colocan ahí sus excedentes en pesos con un plazo de renovación cortísimo y, si por la razón que fuere, necesitan dinero en efectivo, el Tesoro rescatará esas "Lefis". "En los hechos, son como una ventanilla para garantizar la liquidez de los bancos", metaforiza el especialista.

Esto funciona así hasta mediados del mes pasado. Cuando promediaba julio, el Ministerio de Economía determina que ya no renovará las "Lefis" y que en su lugar serán reemplazadas por Letras del Tesoro. Estas, sustancialmente, plantean plazos severamente más largos de renovación. 

Por ejemplo, 15 días o 30 días. Para decirlo en términos de Palou, lo que el Gobierno hace es "cerrar la ventanilla de la liquidez". Ese fue el "evento traumático" que el sistema financiero no digirió. Y este plano ya no es el de las "pesadas herencias", sino el de las decisiones propias del actual gobierno. Es el terreno de los "errores no forzados".

Para entender el contexto de esta decisión hay que recordar que el Gobierno libertario abandona el régimen que había recibido:tipo de cambio fijo con el dólar, mediante cepo y con devaluación. Aplica ahora las famosas "bandas de flotación" con el compromiso de intervenir cuando el dólar alcance un tipo de cambio mínimo o máximo. La variable de control, en este esquema, es la cantidad de dinero en la economía y así lo estableció en su compromiso con el Fondo Monetario Internacional. 

El oficialismo se comprometió a no aumentar el stock de pesos en circulación (el famoso "no hay plata"). Eso se conoce, enseña el economista, como "ancla nominal". Porque la no emisión, junto con la recesión (no admitida por el "relato" libertario) anclaron la inflación.

Ahora bien -explica Palou-, lo que el Gobierno no podía hacerera controlar la cantidad de pesos circulando y, al mismo tiempo, fijar su precio (las tasas son el "precio" del dinero). Necesariamente, tenía que abandonar su política de fijar las tasas de interés y permitir que estas fueran determinadas de manera "endógena" (libremente establecidas entre los que lo prestan y los que lo toman).

En estas circunstancias, el oficialismo dispone la eliminación de las "Lefis", a través de las cuales el Estado, en los hechos, seguíafijando la tasa, y deja 18 billones de pesos, por así decirlo, "en el aire". La Casa Rosada esperaba que cayeran dentro de las Letras del Tesoro, pero los bancos ahora no tienen un instrumento para gestionar la liquidez de corto plazo, porque "la ventanilla" de la que disponían acaba de ser clausurada.. Entonces sólo una pequeña porción de lo que tenían en "Lefis" va a las Letras del Tesoro (unos 5 billones), mientras que el resto de esa masa de pesos va al mercado. ¿Cuál? Fundamentalmente, el de cauciones. Esas operaciones están entre las más seguras del sistema, porque el que solicita dinero a corto plazo acude con un "colateral" (otros activos) como garantía de lo que tema.

Ante la superabundancia de dinero, la tasa de interés de los pesos, hace dos martes, se desplomó. Cayó hasta el 12% anual. Una catastrófe que se dimensiona mejor cuando se tiene en cuenta que La Libertad Avanza celebraba que la inflación de junio había sido del 1,6%. Es decir, la tasa de interés que recibía alguien a cambio de inmovilizar dinero era inferior a la inflación. Toda una invitación para salir de las posiciones en pesos y migrar, por ejemplo, al dólar. Otra vez, el infierno tan temido.

El Gobierno no esperaba el derrumbe de las tasas y frente a ese terremoto sale con una sorpresiva licitación de Letras para absorber pesos, ofreciendo una tasa de interés alta, justamente para que siga siendo negocio mantenerse en pesos, en lugar de ir al dólar. Tanto fue pánico en el oficialismo que se "pasaron de rosca" y terminaron secando de pesos la plaza. Por ello, hace dos viernes, el mercado de cauciones cierra con una tasa irrisoria: 105% anual. Había llegado, ese mismo día, unas horas antes, a 150% anual: había demanda de pesos, pero el Estado los había "captado" todos.

Cuando comienza la semana pasada, la última de julio, la tasa de interés en pesos encuentra cierta estabilidad y se ubica en torno del 35% y el 40%. Valores menos dramáticos, pero igualmente elevados si se los compara con la inflación. "La volatilidad del mercado daba vértigo y era consecuencia de la incertidumbre que provoca la política. Eso provoca que el dólar comience a sobrecalentarse", sintetiza el economista tucumano.

Pero la pausa duró poco porque el 31 de julio operaba el vencimiento de 11,8 billones en Letras del Tesoro. El gobierno logró que se renueven ("rollear", en el argot financiero) 9 billones de esa masa. Pero para ello pasó de pagar una tasa del 2,1% mensual a una por encima del 4% mensual. Otra vez, largamente por arriba de la inflación.

Ahora bien: ni siquiera con semejantes tasas logró "rollear" todas las Letras del Tesoro: 2,8 billones quedaron "sueltas". Para evitar que esa masa de pesos se vuelque al mercado, vuelva a derrumbar la tasa de interés e invite a dolarizar posiciones, el Gobierno apeló, sin maquillajes, a uno de los verbos que por poco y había prohibido el dogma libertario: "intervenir". Determinó un aumentó de los "encajes" bancarios. 

¿Qué son los "encajes"? Son un porcentaje de los depósitos que los bancos comerciales y las billeteras virtuales deben dejar inmovilizados en una cuenta corriente que las entidades tienen abierta en el Banco Central de la República Argentina (BCRA). Cada vez que una de estas entidades recibe un depósito de sus clientes debe transferir una parte de ese dinero a una cuenta custodiada por la autoridad monetaria. En el caso de los bancos era del 36% y en el de las "billeteras virtuales" era el 20%. Ahora se unificó en el 40%.

Esta disposición, que busca inmovilizar buena parte de los 2,8 billones de las Letras del Tesoro que no fueron "rolleadas", es una medida de intervención directa del Gobierno para controlar la cantidad de dinero en la economía. Y, por supuesto, no es una jugada inocua.

"El aumento de los ‘encajes' representa que los bancos vana disponer de menos dinero para prestar. Es decir, esto va a afectar el crédito. Sin crédito es difícil pensar en crecimiento económico. Y el crecimiento económico es la verdadera variable con la que cierra el programa económico del Gobierno", advierte Palou.

La primera conclusión, entonces, que no está viviendo un cimbronazo que compromete todo el sistema, sino que se afrontan las turbulencias generadas por desequilibrios. El gobierno trató de acomodar, pero de tan mala manera, por las señales inconsistentes que dio, que terminó empeorándolos.

La segunda conclusión es que al Gobierno, en este estrés, se le rompió el "ancla nominal", como explica Palou. Y por eso tuvo que intervenir mediante el aumento de encajes. Además de establecer tasas elevadísimas para "rollear" Letras del Tesoro. Este último hecho, en todo caso, es un antecedente que enciende las alarmas. "El Gobierno debe afrontar en 20 días vencimientos de 36 billones -anota Palou-. Un monto que luce prácticamente imposible de ‘rollear', más si tenemos en cuenta que para renovar el 73% del vencimiento de las Letras del Tesoro del pasado 31 de julio, que eran sólo de 11,8 billones, ofreció tasas del 60%.Y nadie tomó instrumentos con vencimiento más allá de las elecciones", puntualiza. El excedente de pesos obliga a convalidar tasas cada vez más elevadas, que terminan por asfixiar el crédito y el crecimiento.

La tercera conclusión es que, en contra del discursito atravesado por insultos que sigue ensayando Milei, el Gobierno sigue contribuyendo a que los bancos continúen olvidando su función de ser bancos. En lugar de prestarle a los privados, con los riesgos que ello implica, sigue siendo negocio seguro y harto rentable prestarle al Estado. El correlato es que los inversores también continuarán olvidando su función de ser inversores.

 ¿Para qué apostar por emprendimientos,cuya suerte nunca es segura, si inmovilizar dinero en la Argentina es negocio seguro?

Si la especulación es más negocio que la producción, la suerte seguirá echada.

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