En un ambiente de creciente tensión política y a solo diez días de las elecciones presidenciales en Venezuela, Nicolás Maduro intensificó sus ataques verbales contra sus opositores y elevó el tono de sus discursos. Durante un acto de campaña realizado en Petare, el mandatario venezolano insultó al presidente argentino Javier Milei y lo acusó de participar en un supuesto plan para boicotear las elecciones en su país.

"Quieren una hecatombe, una tragedia, para gritar ‘suspensión de las elecciones'. Y saldrían los gringos, saldría el mal parido de Milei, saldría el Noboa, la derecha. Suspender las elecciones", afirmó Maduro ante sus seguidores, reforzando su tradicional discurso de enemistad con naciones extranjeras. 

A pesar de sus fuertes palabras, también intentó transmitir confianza diciendo: "Estamos preparados, (con) nervios de acero, calma y cordura" y añadió, "llueva, truene o relampaguee, el 28 de julio habrá elecciones presidenciales en Venezuela. ¡Nadie las va a sabotear!".

La retórica de Maduro escaló significativamente a medida que se acercan las elecciones. En un acto en la Parroquia La Vega, en Caracas, advirtió sobre un posible "baño de sangre" si no resulta reelecto. "Si no quieren que Venezuela caiga en un baño de sangre, en una guerra civil fratricida producto de los fascistas, garanticemos el más grande éxito, la más grande victoria de la historia electoral de nuestro pueblo", sostuvo Maduro.

El mandatario definió las elecciones del 28 de julio como una elección entre "guerra o paz, guarimba (protesta violenta) o tranquilidad, proyecto de patria o colonia, democracia o fascismo". Declaró estar preparado para cualquier resultado, asegurando: "Tengo el amor por Venezuela, tengo la experiencia, no le tengo miedo ni al demonio, Dios viene conmigo, Dios con nosotros, el pueblo con nosotros".

Sin embargo, las acusaciones de violencia y actos de sabotaje fueron dirigidas principalmente hacia el propio Maduro y su aparato represivo. La líder antichavista María Corina Machado argumenta que estos actos demuestran que Maduro "ya no tiene ni gente ni fuerza y que fue derrotado". Desde el inicio de la campaña electoral el pasado 4 de julio, 77 simpatizantes y colaboradores de la oposición han sido detenidos arbitrariamente, y 102 personas han sido encarceladas por motivos políticos desde inicios del año.