Desde Jerusalén, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, coordinan acciones militares y diplomáticas para destruir la infraestructura atómica de Irán. La ofensiva israelí -con apoyo del Pentágono- se intensificó mientras Teherán exige un cese del fuego para avanzar en negociaciones, algo que Washington rechaza de plano.

La tensión se disparó luego de que Irán lanzara cinco misiles balísticos contra Tel Aviv y Jerusalén. Israel respondió con un masivo ataque aéreo sobre instalaciones nucleares en Isfahan, eliminando a Aminpour Joudaki, comandante clave de la Guardia Revolucionaria.

"Irán no puede seguir enriqueciendo uranio", sentenció Trump

Trump dejó claro que la condición para cualquier acuerdo es el desmantelamiento total del plan nuclear iraní. "No entiendo por qué un país con tanto petróleo necesita uranio con fines civiles", ironizó el republicano.

Desde el régimen iraní, el canciller Abbas Araqchi defendió su programa atómico como un "orgullo nacional", y descartó el "enriquecimiento cero" que exige EE.UU.

Mientras tanto, la mesa de negociación promovida por Europa no prosperó. Trump fue categórico: "Europa no va a poder ayudar en esto". Irán, aislado, busca ahora apoyo en la Liga Árabe y en Vladimir Putin, con quien Araqchi se reunirá en Moscú este fin de semana.

La amenaza del ataque final: Fordow en la mira

Según fuentes de inteligencia, si Irán no cede en menos de dos semanas, el Pentágono aportará aviones B2 y bombas anti-bunker para destruir la base subterránea de Fordow, ubicada 90 metros bajo tierra y considerada el corazón del programa nuclear iraní.

El líder supremo Ali Khamenei enfrenta ahora una presión inédita: o acepta desmantelar su plan nuclear, o se expone a una ofensiva aérea combinada sin precedentes entre EE.UU. e Israel.