Trump redefine el mapa político de América: cómo opera la llamada "Doctrina Donroe"
El presidente de Estados Unidos impulsa una estrategia hemisférica sin precedentes: premios para los aliados, castigos para los rivales y un creciente despliegue militar. La región ya siente los efectos de una política que busca consolidar el dominio estadounidense en el continente.
Un giro histórico en la política exterior de Washington
El gobierno de Donald Trump convirtió al hemisferio occidental en su principal escenario internacional durante 2025. Con amenazas militares, sanciones económicas y acuerdos estratégicos, la Casa Blanca está reconfigurando el vínculo de Estados Unidos con América Latina en una dirección más dura y pragmática.
La administración de Trump sostiene que su objetivo es frenar el avance de China y bloquear la influencia de gobiernos autocráticos en la región. Sin embargo, exfuncionarios y analistas coinciden en que el presidente pretende reafirmar el control estadounidense sobre su "vecindario", impulsando una doctrina bautizada mediáticamente como la "Doctrina Donroe".
El secretario de Estado Marco Rubio y el secretario de Defensa Pete Hegseth encabezan el equipo que promueve esta nueva estrategia, basada en la idea de que Estados Unidos debe ser la potencia dominante del continente para mantener su liderazgo global.
Recompensas, castigos y un tablero regional en movimiento
El nuevo enfoque estadounidense ya produjo cambios visibles en la región. Trump respaldó económica y políticamente a gobiernos que eligieron alinearse con Washington, como Argentina, El Salvador, Ecuador y Guatemala.
En el caso argentino, el apoyo se hizo sentir en un rescate financiero de USD 20.000 millones, seguido de un acuerdo comercial que otorgaría a Estados Unidos mayor acceso a los minerales críticos del país. En palabras del propio Trump, su administración está logrando "un control realmente fuerte sobre Sudamérica".
El Salvador también obtuvo réditos luego de aceptar demandas de Washington, como recibir presos deportados y devolver líderes de la MS-13. Panamá, por su parte, neutralizó las amenazas de Trump a través de negociaciones diplomáticas.
Pero la otra cara de la estrategia se siente con dureza entre los gobiernos que desafiaron a Estados Unidos. Venezuela enfrenta presiones extremas, sanciones, recompensas millonarias por la captura de Nicolás Maduro y hasta evaluaciones de operaciones militares. Nicaragua y Cuba sufren aranceles y mayor aislamiento.
Colombia es otro caso crítico. Tras las críticas del presidente Gustavo Petro a los ataques estadounidenses contra embarcaciones en el Caribe, Washington suspendió ayuda, sancionó al mandatario y lo vinculó al narcotráfico, lo que debilitó su popularidad interna.
Militares, tensiones diplomáticas y un continente dividido
El despliegue militar estadounidense en el hemisferio es el mayor en décadas, con más de 15.000 soldados en operación y acciones directas contra embarcaciones que Washington acusa de narcotráfico, aunque sin presentar pruebas.
La tensión escaló tanto que la Cumbre de las Américas se canceló por primera vez en 31 años, ante "profundas divisiones" entre los países participantes.
Frente a potencias económicas como México y Canadá, la Casa Blanca encontró límites a su estrategia: ambos países han negociado sin ceder plenamente a las demandas estadounidenses.
En Brasil, Trump intentó presionar con aranceles y sanciones para proteger a Jair Bolsonaro, pero el gobierno de Lula da Silva resistió, consolidando su posición interna. Más tarde, Trump dio un giro y abrió negociaciones con Brasil para desactivar el conflicto.
La "Doctrina Donroe" deja en claro que el continente atraviesa una redefinición profunda de su relación con Estados Unidos, en un escenario marcado por tensiones, alianzas oportunistas y una pugna de poder que vuelve a colocar a América Latina en el centro del tablero internacional.