El presidente de Rusia, Vladímir Putin, ordenó la creación de un nuevo Plan Estatal de Defensa que se extenderá hasta 2036. La medida apunta a modernizar todo el aparato militar del país, incorporando las lecciones extraídas del conflicto en Ucrania y las tendencias actuales del desarrollo armamentístico a nivel global.

"Tenemos que pensar desde ahora en los sistemas de armas del futuro", dijo Putin en una reunión con altos mandos militares. El mandatario remarcó la necesidad de reforzar especialmente las fuerzas terrestres y la triada nuclear -compuesta por misiles balísticos, submarinos nucleares y bombarderos estratégicos- que, según él, sigue siendo la columna vertebral de la soberanía rusa.

Este nuevo plan no es aislado: se suma a una estrategia más amplia que contempla el fortalecimiento del complejo militar-industrial y la expansión de la infraestructura militar en todo el país, desde bases y arsenales hasta aeródromos.

La industria militar rusa se dispara: creció hasta 70% desde 2022

Desde el inicio de la guerra en Ucrania, la producción de la industria de defensa rusa se disparó. En apenas dos años, empresas del sector registraron un crecimiento de entre el 50% y el 70%, un salto que recuerda a los niveles de inversión de la Guerra Fría. Actualmente, Rusia destina el 6,3% de su PBI a gastos militares.

La renovación de la Armada rusa también forma parte del paquete estratégico: se proyecta la construcción de nuevos submarinos y buques de guerra, además de reforzar el control marítimo ante amenazas como el terrorismo o el tráfico ilegal.

En el frente nuclear, Moscú reafirmó su doctrina de disuasión, asegurando que podría utilizar armas nucleares si se siente amenazada, incluso ante ataques convencionales, una postura que refuerza su política de defensa agresiva.

Alarma en Europa: la OTAN se prepara ante un escenario prolongado de confrontación

Para los países occidentales y la OTAN, este plan militar no es simplemente preventivo: lo leen como una muestra clara de que Rusia se prepara para sostener una política de confrontación a largo plazo. Varios gobiernos europeos ya reaccionaron con llamados a incrementar sus propios presupuestos en defensa.

La alianza atlántica, de hecho, ya está ejecutando los mayores ejercicios militares en Europa desde el fin de la Guerra Fría. Las maniobras, orientadas a responder ante posibles agresiones desde el este, se interpretan como un intento de contrapesar la creciente capacidad ofensiva de Moscú.

El nuevo plan ruso se alinea con una estrategia que se extiende hasta 2050, y es visto en Occidente como un punto de inflexión que podría definir las relaciones internacionales y la seguridad del continente europeo durante las próximas décadas.