La justicia brasileña avanza contra Jair Bolsonaro. La fiscalía pidió a la Corte Suprema que condene al expresidente por liderar una organización criminal con fines golpistas, que habría intentado impedir la asunción de Luiz Inácio Lula da Silva tras las elecciones de 2022.

Además de Bolsonaro, están implicados siete de sus colaboradores más cercanos. La acusación incluye delitos como intento de golpe de Estado, abolición del orden democrático, asociación criminal armada y daños contra bienes públicos.

El rol de Bolsonaro y el posible juicio en la Corte Suprema

El expresidente de ultraderecha niega todas las acusaciones. Asegura que es víctima de una persecución política y admitió ante la Corte haber evaluado mecanismos constitucionales para impedir que Lula asumiera el poder.

Sin embargo, para la fiscalía hay pruebas suficientes de que existió un intento deliberado por socavar el proceso democrático. El destino judicial de Bolsonaro está ahora en manos del juez Alexandre de Moraes, uno de los magistrados más influyentes de la Corte y blanco de críticas por parte de sectores conservadores, incluido el expresidente estadounidense Donald Trump.

Reacciones internacionales y tensiones políticas

El caso ya generó un impacto más allá de Brasil. Donald Trump, alineado ideológicamente con Bolsonaro, calificó el juicio como una cacería de brujas y anunció la imposición de aranceles del 50 por ciento a productos brasileños desde el 31 de agosto.

La respuesta no tardó: Lula da Silva rechazó cualquier injerencia extranjera y defendió la soberanía del sistema judicial brasileño. Mientras tanto, la tensión política se traslada a los tribunales, donde se definirá el futuro penal del expresidente y sus aliados.