El Parlamento húngaro aprobó este lunes una enmienda constitucional que consagra el binarismo de género y otorga al gobierno la potestad de prohibir actos públicos organizados por comunidades LGBTQ+. La medida, impulsada por el primer ministro Viktor Orbán, también establece que los derechos de los niños prevalecen sobre otros derechos fundamentales, como el de reunión o expresión.

El nuevo texto, aprobado con 140 votos a favor y 21 en contra, afirma que solo existen dos sexos biológicos -hombre y mujer-, limitando así los derechos de las personas trans y no binarias. Además, impide legalmente representar o promover la homosexualidad entre menores de 18 años, en línea con la polémica legislación húngara de "protección infantil".

Protestas, represión y acusaciones de autoritarismo

La reforma desató duras críticas de organizaciones de derechos humanos, juristas y sectores de la oposición. Durante la sesión parlamentaria, activistas del partido opositor Momentum y legisladores intentaron bloquear el acceso al recinto en protesta por la enmienda, pero fueron desalojados por la policía.

"El mensaje del Gobierno es claro: quieren excluir a las personas trans e intersexuales no solo de la comunidad nacional, sino de la humanidad misma", denunció el abogado Dánel Döbrentey. En tanto, el diputado opositor Dávid Bed aseguró que Orbán busca reforzar su poder de cara a las elecciones de 2026, apelando a discursos de odio y políticas regresivas.

Más control estatal y ataques a la disidencia

La reforma también introduce la posibilidad de suspender la ciudadanía por hasta diez años a quienes tengan doble nacionalidad y sean considerados una amenaza a la seguridad nacional. Además, legaliza el uso de reconocimiento facial para identificar asistentes a eventos prohibidos y prevé multas elevadas para quienes los organicen.

Desde el Gobierno se defendieron asegurando que la medida busca "proteger a los niños de la ideología woke", mientras Orbán intensifica su retórica contra medios, jueces y ONGs, a quienes acusa de actuar como un "ejército en la sombra" financiado por intereses extranjeros.