Golpe de Estado en Guinea-Bissau: militares toman el poder en plena tensión electoral
Un sector del Ejército desplazó al gobierno cuando se esperaban los resultados de las elecciones.
Un grupo de militares tomó el control del gobierno en Guinea-Bissau en un contexto de alta tensión política, justo cuando se aguardaban los resultados del proceso electoral. La irrupción se produjo tras una jornada marcada por denuncias de irregularidades, protestas y un clima de fuerte incertidumbre.
Los uniformados anunciaron por televisión que asumían el poder y justificaron su accionar en la necesidad de "restablecer el orden y la estabilidad", mientras se registraban movimientos de tropas en puntos estratégicos de la capital.
Medidas inmediatas y suspensión institucional
Tras el golpe, las Fuerzas Armadas dispusieron la suspensión del proceso electoral, limitaron la actividad de las instituciones y reforzaron el control sobre edificios públicos y medios de comunicación. También se reportó el cierre parcial de fronteras y restricciones a la circulación en distintas zonas del país.
Las autoridades desplazadas no habían emitido declaraciones oficiales en las primeras horas posteriores al hecho, lo que profundiza el escenario de incertidumbre.
Un país atravesado por la inestabilidad
Guinea-Bissau arrastra un largo historial de crisis políticas, golpes de Estado e intentos de ruptura del orden constitucional desde su independencia. Esta nueva intervención militar vuelve a poner en evidencia la fragilidad institucional y la dificultad para consolidar procesos democráticos estables.
La comunidad internacional sigue con atención lo ocurrido y ya comenzaron a surgir llamados para que se restituya el orden constitucional y se respete la voluntad popular expresada en las urnas.
Escenario abierto y futuro incierto
El desenlace del golpe mantiene en vilo al país y a la región. Mientras los militares consolidan su control, crece la preocupación por las posibles consecuencias en materia de derechos humanos, gobernabilidad y relaciones internacionales.
El futuro político de Guinea-Bissau queda ahora marcado por un panorama incierto, con un proceso electoral interrumpido y sin claridad sobre cuándo podrían retomarse las vías democráticas.