Escándalo en el Vaticano: llegó a Roma un cardenal sancionado por abuso sexual
El peruano Juan Luis Cipriani, denunciado por abuso sexual y sancionado por el papa Francisco, fue visto en el Vaticano durante las actividades previas al cónclave, pese a tener prohibida toda aparición pública.
El cardenal Juan Luis Cipriani, exarzobispo de Lima y primer purpurado del Opus Dei, volvió a encender la polémica en el Vaticano. Aunque fue sancionado por el papa Francisco tras denuncias de abuso sexual, se presentó en Roma durante los actos en homenaje al pontífice argentino, que murió recientemente.
A sus 81 años, Cipriani no podrá participar del cónclave para elegir al próximo papa, ya que la normativa impide el voto a los mayores de 80. Sin embargo, sí formó parte de las congregaciones generales, una instancia clave previa a la votación, donde los cardenales intercambian posturas y delinean alianzas.
La Iglesia mira con preocupación su presencia
La aparición de Cipriani fue tomada por muchos como una provocación. El cardenal fue sancionado en enero por el Vaticano: se le prohibió realizar actos públicos, usar símbolos eclesiásticos y permanecer en su país. A pesar de estas restricciones, no sólo asistió a reuniones, sino que se mostró con sus pares sin disimulo.
Incluso el cardenal argentino Ángel Rossi fue contundente al opinar sobre el tema: "Si el papa dijo que no, sería bueno que no", declaró a Caracol. El gesto de Cipriani fue leído como una falta de respeto hacia las víctimas de abusos y hacia la figura de Francisco.
Las denuncias contra Cipriani
La denuncia más resonante contra Cipriani salió a la luz en 2018 a través del diario El País, donde una víctima relató abusos sufridos en 1983, cuando tenía entre 16 y 17 años. No era la primera vez: ya había antecedentes de acusaciones similares desde 2002.
En respuesta, el Vaticano impuso medidas disciplinarias y aceptó su renuncia como arzobispo. No obstante, el cardenal niega los hechos y asegura que "las acusaciones son completamente falsas" y que jamás se le abrió un proceso formal.
A pesar de sus negativas, su presencia en Roma reaviva tensiones en un momento crucial para la Iglesia, que se prepara para definir su nuevo liderazgo tras la muerte de Francisco.