Fiel a su estilo austero y cercano, el papa Francisco dejó por escrito sus deseos para el día en que finalice su camino en esta vida. En un documento recientemente difundido por el Vaticano, el Sumo Pontífice manifestó que quiere ser sepultado en la Basílica Papal de Santa María la Mayor, en Roma, un lugar que marcó profundamente su papado y su vida espiritual.

Lejos de seguir la tradición de otros pontífices, que descansan en la Basílica de San Pedro, Francisco eligió este santuario mariano por su fuerte vínculo con la Virgen María, a quien encomendó sus viajes y decisiones a lo largo de su pontificado.

Un rincón especial para el descanso final

El Papa solicitó que su sepulcro esté ubicado entre la Capilla Paulina -donde se encuentra la icónica imagen de la Salus Populi Romani- y la Capilla Sforza, en una de las naves laterales del templo. También dejó claro que su tumba deberá estar "en la tierra", sin ornamentos ni elementos decorativos, salvo una inscripción sobria con su nombre papal en latín: Franciscus.

Este pedido refleja no solo su espíritu humilde, sino también su deseo de pasar desapercibido incluso después de la muerte. 

Mi último viaje terrenal debe concluir en este antiquísimo santuario mariano, escribió en su testamento.

Legado de fe, humildad y fraternidad

Francisco también indicó que los gastos del entierro serán cubiertos con una suma previamente asignada, administrada por el Arzobispo Rolandas Makrickas, a cargo de la Basílica. En sus últimas líneas, expresó gratitud hacia quienes lo han acompañado y pidió oraciones por su alma.

Además, ofreció los sufrimientos de su vejez "por la paz mundial y la fraternidad entre los pueblos", reafirmando una de las causas centrales de su papado.

Así, el papa Francisco se despide como vivió: con sencillez, coherencia y un fuerte mensaje de esperanza y humanidad.