Brasil logra en 2024 su nivel más bajo de desigualdad en la historia
El dato, confirmado por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), marca un fuerte avance en términos de equidad económica, especialmente en las regiones tradicionalmente más postergadas del país: el Norte y el Nordeste.
El índice de Gini, que mide la desigualdad en los ingresos, cayó a 0,506, su punto más bajo desde el inicio de la serie estadística. Para ponerlo en contexto, en 2018 -el peor año registrado- este índice había llegado a 0,545.
Más ingresos, mejores salarios y programas sociales como motores del cambio
Uno de los factores centrales de esta mejora fue el crecimiento del ingreso per cápita real, que alcanzó un récord de 2.020 reales mensuales (unos 355 dólares). Esto representa un aumento del 4,7% con respecto a 2023 y del 19,1% frente a 2012, cuando comenzó la medición continua.
Según explicó el analista del IBGE, Gustavo Fontes, el mayor impacto positivo se dio entre las personas de menores ingresos, lo que ayudó a achicar la brecha entre los extremos. También se redujo la diferencia entre el 1% más rico y el 40% más pobre, que pasó de ser casi 49 veces en 2019 a 36,2 veces en 2024, la cifra más baja en más de una década.
Esta evolución fue impulsada por la reactivación del mercado laboral, los aumentos en el salario mínimo y la expansión de políticas públicas orientadas a la redistribución del ingreso, como los programas sociales federales.
Más personas con ingresos y recuperación tras la pandemia
En total, 143,4 millones de brasileños recibieron algún tipo de ingreso en 2024, el número más alto desde que se lleva el registro. La mayoría (más de 100 millones) obtuvo ingresos por trabajo, mientras que cerca de 30 millones cobraron jubilaciones o pensiones. A esto se suman más de 20 millones de personas que accedieron a beneficios sociales.
Aunque estos beneficios aún representan solo el 3,8% del total del ingreso nacional, su cobertura sigue siendo más amplia que antes de la pandemia.
La recuperación económica pos-COVID y el fortalecimiento de las políticas públicas se consolidan como los pilares de este avance. Con estos resultados, el gobierno de Lula celebra una señal concreta de que las brechas estructurales pueden empezar a cerrarse con decisión política y crecimiento sostenido.