El presidente de Chile, Gabriel Boric, calificó como "inaceptable linchamiento de chilenos" los incidentes ocurridos durante el partido de octavos de final de la Copa Sudamericana entre Independiente y Universidad de Chile en Avellaneda, Buenos Aires.

Ante la gravedad de los hechos, Boric ordenó que su ministro del Interior, Álvaro Elizalde, viaje a Buenos Aires para acompañar personalmente a los heridos y supervisar la situación de los detenidos, junto al embajador chileno en Argentina, José Antonio Viera Gallo.

"La violencia no tiene ninguna justificación, de ningún lado, y vamos a proteger los derechos de nuestros ciudadanos sin perjuicio de las responsabilidades que pueda establecer la justicia", afirmó Boric en su cuenta de X.

El mandatario reiteró que la prioridad de su gobierno es garantizar atención médica inmediata a los agredidos y asegurar que los detenidos tengan sus derechos respetados, coordinando acciones con la Embajada, Consulado, Cancillería y Ministerio del Interior.

Disturbios y suspensión del partido: una cacería de hinchas

El partido, que estaba igualado 1-1, se vio empañado por incidentes iniciados por la parcialidad visitante, que derivaron en agresiones continuas contra los hinchas locales. Los seguidores de la U de Chile, ubicados en la Tribuna Sur Alta, rompieron baños, arrancaron butacas, incendiaron asientos y lanzaron bombas de estruendo, palos y botellas hacia la hinchada de Independiente.

El inicio del segundo tiempo se retrasó mientras la policía intentaba desalojar la tribuna visitante. Al reanudarse el partido, el árbitro lo suspendió a los dos minutos debido a que hinchas ingresaron al campo y se produjeron más agresiones. Posteriormente, la barra disidente de Independiente ingresó a la tribuna visitante para agredir a los pocos hinchas que permanecían, en lo que se describió como una verdadera cacería, con personas golpeadas, desnudadas y algunas heridas de gravedad.

Según el Aprevide, participaron 650 efectivos policiales y 150 agentes de seguridad privada, pero ninguno se encontraba en el sector de los hinchas chilenos, lo que agravó los incidentes.

Finalmente, ante la falta de garantías y el aumento de la violencia, el árbitro suspendió definitivamente el partido. Más de 300 hinchas chilenos fueron detenidos en Puerto Madero posteriormente.

}Reacciones y consecuencias

Daniel Schapira, directivo de la U de Chile, calificó la situación como un "circo total" y criticó la organización, señalando que la distribución de las hinchadas contribuyó al conflicto. El presidente del club también alertó sobre posibles sanciones severas de la CONMEBOL por los hechos, recordando un apercibimiento previo por incidentes similares.

Boric subrayó que nada justifica la violencia en el fútbol y reafirmó la prioridad de su gobierno: proteger a los ciudadanos chilenos agredidos y garantizar la justicia para los responsables.