Con el lanzamiento de GPT-5, OpenAI presentó una función llamada "enrutador", que reemplazaba el tradicional selector de modelos. El sistema prometía simplificar la experiencia al elegir automáticamente qué versión del chatbot usar en cada consulta, en función de la complejidad de la pregunta.

Pero la práctica mostró otra cara: la IA priorizaba casi siempre las variantes más baratas de operar, dejando de lado las más potentes. Esto generó malestar entre quienes utilizan ChatGPT de manera intensiva o profesional y prefieren decidir por sí mismos entre modelos como GPT-4o o versiones más rápidas y precisas.

La presión de los usuarios y la marcha atrás de OpenAI

Las quejas se multiplicaron en redes sociales y foros, al punto de forzar a OpenAI a dar marcha atrás. La empresa restauró el selector de modelos y volvió a habilitar GPT-4o para los suscriptores de pago.

Hoy, incluso quienes usan la versión gratuita pueden elegir entre tres variantes de GPT-5:

-Auto: selección automática por el sistema.

-Fast: prioriza la velocidad de respuesta.

-Thinking: procesa respuestas más complejas y profundas.

El propio CEO, Sam Altman, prometió que, si en algún momento se elimina GPT-4o, lo comunicarán con anticipación.

Críticas y sospechas sobre la estrategia

Para muchos, el enrutador fue menos un avance técnico y más una jugada comercial. La sospecha es que degradar el rendimiento para usuarios gratuitos buscaba destacar las ventajas del plan Plus y así aumentar las suscripciones.

Los números parecen acompañar esa hipótesis: Altman reveló que la variante "Thinking" de GPT-5 pasó de menos del 1% de uso en cuentas gratuitas al 7%, y de 7% al 24% en las de pago. Según SemiAnalysis, las suscripciones se multiplicaron por 3,5 tras la polémica.

Otra crítica fue el tono de GPT-5, percibido como más neutro y robótico en comparación con GPT-4o. Altman adelantó que trabajan en ajustes para hacerlo más cálido, aunque sin llegar a la expresividad del modelo anterior.

Una lección para OpenAI

El episodio dejó una enseñanza clara: los usuarios valoran la posibilidad de personalizar su experiencia, incluso si no todos usan esa opción. La reacción contra el enrutador mostró que la confianza se gana respetando la autonomía, más allá de la innovación tecnológica.