Lady Gaga volvió a pisar suelo brasileño y no escatimó en emoción ni despliegue. Tras más de una década lejos del país, la estrella del pop regaló un espectáculo gratuito en la icónica playa de Copacabana, reuniendo a más de 2 millones de personas en una noche que mezcló euforia, nostalgia y gratitud.

Vestida con los colores de la bandera brasileña y con una producción que rozó lo cinematográfico, la cantante repasó sus grandes hits, desde Poker Face hasta Shallow, y se sinceró con sus seguidores: "Mientras sanaba, ustedes seguían ahí. Brasil, ¡estoy lista!".

La presentación fue dividida en cinco actos, bajo el concepto de una "ópera gótica" con pantallas LED, 16 torres de sonido y un escenario que superó incluso al de Coachella. La energía del público y la conexión con Gaga convirtieron la noche en algo más que un recital: fue una celebración colectiva.

Impacto económico, turístico y cultural: Gaga movió Río

El megaevento no solo fue histórico desde lo artístico: también representó un impulso estratégico para la ciudad. Según el Ayuntamiento de Río de Janeiro, la visita de Lady Gaga y el concierto masivo generaron un impacto económico estimado en 600 millones de reales (unos 106 millones de dólares).

Bares, hoteles y comercios trabajaron a pleno en una época que solía ser considerada "temporada baja". Las autoridades ya planean replicar este tipo de eventos cada mayo hasta al menos 2028 como una nueva ventana turística.

Además, la "Gaga-manía" se desparramó por toda la ciudad: hubo desde exposiciones temáticas hasta empleados del metro bailando al ritmo de sus canciones. Río vivió una semana distinta, con la música como protagonista.

Ensayos, despliegue y el detrás de escena de una producción colosal

El arribo de Gaga a Brasil fue en total hermetismo, con un avión exclusivo y más de 250 personas en su equipo. Desde su llegada al Copacabana Palace, cientos de fans acamparon a la espera de una señal desde su balcón.

La noche anterior al show, un ensayo técnico se convirtió en un mini recital espontáneo: la cantante salió al escenario, saludó a los fans y cantó Alejandro, convirtiendo una prueba de sonido en una postal mágica.

El escenario montado frente al Atlántico fue el más grande de su carrera: 1260 m² de superficie, una pasarela central, pantallas LED de última generación y sonido de primer nivel garantizaron que hasta el último fan, aunque estuviera a kilómetros, pudiera disfrutar del show.