Detrás del terror de El Conjuro 4 se esconden hechos que, según Ed y Lorraine Warren, ocurrieron en la vida real. La película incorpora la experiencia de la familia Smurl, quienes durante años denunciaron presencias extrañas en su hogar en West Pittston, Pensilvania. Sin embargo, uno de los elementos más llamativos del film, un espejo maldito, combina realidad y ficción.

El espejo que vemos en pantalla no es exactamente el mismo que los Warren investigaron, pero sí se inspira en un artefacto real que formaba parte de su colección de objetos "malditos" en el Museo del Ocultismo creado por Ed.

El espejo real y su aterradora historia

El espejo original estuvo vinculado a Steven Zellner, un hombre de Nueva Jersey que contactó a los Warren porque decía experimentar fenómenos peligrosos relacionados con un ritual que intentaba replicar a través del objeto. Según registros de sitios especializados, Zellner escuchaba pasos, respiraciones y ruidos extraños; las puertas se movían solas y los objetos volaban.

Los Warren intervinieron, realizando lo que describieron como un "encantamiento inverso" para sellar el mal dentro del espejo. Aun así, el traslado del artefacto no estuvo exento de peligros: el matrimonio sufrió accidentes y obstáculos durante el viaje hasta su hogar, donde finalmente quedó resguardado junto a cientos de otros objetos paranormales.

El director Michael Chaves, responsable de El Conjuro 4, explicó que eligió este espejo para la trama porque quería un artefacto central que condensara maldad, como lo hizo la muñeca Annabelle en entregas anteriores.

La familia Smurl: el verdadero terror de West Pittston

Jack y Janet Smurl, junto a sus cuatro hijas, vivieron fenómenos paranormales que los medios estadounidenses difundieron ampliamente. Según los Warren, la familia convivía con cuatro espíritus: una anciana, una joven violenta, un hombre fallecido en la casa y un demonio que manipulaba a los otros para atormentar a los vivos.

Los sucesos incluían gritos, objetos que se movían solos y apariciones con rostros distorsionados. Cansados, los Smurl recurrieron primero a la Iglesia y luego a los Warren, quienes documentaron y trataron de controlar la situación. La familia se mudó en 1987 y nunca regresó a West Pittston. Jack Smurl falleció en 2017, y su hija Carin se convirtió en la voz de la familia, relatando los horrores que vivieron.