La copa de todos, menos de los tucumanos
La Copa Argentina, el torneo que volvió para cumplir los sueños de muchos y para que alimente la ilusión de muchos más. En Entre Ríos, Santiago del Estero y Mendoza ya celebraron su conquista, pero Tucumán sigue mirando desde afuera
La Copa Argentina volvió para hacer felices a todos, o en realidad a los que menos tienen. A los que sueñan, a los que luchan con conquistar una estrella de reconocimiento nacional. Principalmente a ellos, porque los equipos grandes le bajan el precio en lugar de aprovechar la oportunidad de seguir consagrándose.
Nacido en 1969, el campeonato no tuvo mucho feeling, sobre todo entre los equipos bonaerenses que detestan que el foco se corra de CABA y que un formato de torneo los obligue a viajar y jugar en otras provincias, contra equipos que -en ese entonces- eran menospreciados por pertenecer a las ligas "indirectamente afiliadas". En ese momento solo se jugó una única edición que conquistó Boca, pero en 2011 la competencia regresó más fuerte que nunca y con una mirada que fue cambiando con el paso de los años.
Más federalismo
Al presidente de AFA, Claudio "Chiqui" Tapia, se le puede criticar muchas cosas, pero si hay algo que se le debe destacar es que le quitó el blindaje a los clubes porteños.
Durante el casi eterno mandato de Julio Grondona, los clubes del interior tenían las puertas cerradas para soñar con ser campeones. Era prácticamente imposible. Incluso en la Copa Argentina, que sin embargo sí les sonrió a Arsenal de Sarandí (equipo de Grondona) y a Huracán.
También durante el grondonismo vimos al menos dos finales muy polémicas de Copa Argentina en las que se favoreció notoriamente a Boca y a River, y en ambos casos el perjudicado fue Rosario Central.
Hoy en día seguimos viendo arbitrajes deliberadamente malos y sospechosamente ensañados contra algunos equipos en particular, pero no se ve una continuidad en el tiempo (3 o 4 arbitrajes polémicos seguidos contra un mismo equipo), ni mucho menos una actitud discriminatoria contra los clubes según su lugar de origen. Sin dudas Tapia le trajo federalismo a nuestro fútbol, acción que además se decantó en volver a ganar la Copa del Mundo en 2022.
Los dejaron soñar
En Tucumán tenemos a dos de los clubes más grandes del país. En una liga de 20 o de 30 equipos, Atlético y San Martín siempre deberían estar, aunque sea alternando ascensos y descensos, pero son dos actores que no pueden faltar. En otra época, cada uno supo ser campeón de una copa, el Santo en 1944 y el Decano en 1960. En ambos casos la provincia deliró con esas conquistas, pero la realidad es que ha pasado demasiado tiempo desde eso.
No solo ha pasado mucho tiempo, sino que hoy, dirían los fanáticos del turf: "la pista está para cualquiera". Es que la Copa Argentina combinó una serie de cosas: el desdén que le dan los cinco grandes, las pesadas crisis económicas que arrastran muchos de esos clubes y, por sobre todo, el hambre de gloria de los equipos aspirantes. Así, se le dio alas a la ilusión de los que sueñan conquistar una (u otra) estrella.
Primero se le dio a Rosario Central en 2018, uno de los equipos que más ha priorizado este campeonato. Luego Patronato consiguió la épica: fue campeón en 2022 a pesar de que en simultáneo se iba al descenso. Más tarde vino Central Córdoba de Santiago del Estero y finalmente Independiente Rivadavia de Mendoza. En todos esos centros urbanos del país se celebró la conquista de lo impensado y el sentimiento de que (ahora) los sueños si pueden cumplirse.
Sin embargo Tucumán sigue viendo desde afuera los festejos. Atlético, que estuvo muy cerca de coronarse en 2017, cuando perdió la final contra River, nunca pudo volver a plantarse en instancias decisivas. Algo que no le ocurrió a Central Córdoba por ejemplo (subcampeón en 2019 que tuvo revancha y se coronó en 2024). Lo mismo pasa en San Martín, donde la prioridad sigue siendo poder volver a Primera y afianzarse con un proyecto de inferiores, hasta tanto, el sueño de la Copa Argentina sigue lejos para ambos clubes tucumanos.
La sensación inevitable es la de sentir que el río está revuelto, y que los pescadores aprovechan, pero no sabemos cuánto tiempo más el río seguirá así, o si su cauce se enderezará, tarde o temprano, de manera obediente, hacía los molinos de Buenos Aires sin que los tucumanos hayamos podido aprovechar la oportunidad de esta era federal. Sobre todo si recordamos la reciente final: Independiente Rivadavia fue campeón a pesar de un arbitraje que favoreció notoriamente a Argentinos Juniors.