De Las Cebras a la NCAA

Felipe Palazzo comenzó a picar la pelota en el club Estudiantes de Tucumán, con apenas 12 años. Allí, en el equipo conocido como Las Cebras, dio sus primeros pasos en el básquet y construyó, sin saberlo, el camino que lo llevaría a Estados Unidos.

El salto no fue inmediato, pero sí soñado: "A los 17 me llegó la oportunidad y no lo dudé", cuenta quien terminó jugando en la División 1 de la NCAA con el equipo de los Oregon State Beavers, una de las universidades con mayor tradición deportiva del país.

La experiencia americana: básquet, estudio y madurez

"Fue como vivir en una película", resume Felipe sobre su paso por el básquet universitario. Beca deportiva mediante, completó una carrera en Finanzas y Análisis de Datos y un máster en Comercio Internacional, todo mientras defendía los colores de Oregon State.

"Lo más lindo que tiene el deporte universitario en Estados Unidos es el ambiente. Lo siguen con una pasión que a veces supera a la NBA", destaca.

Durante su estadía, vivió solo, lejos de su familia y su tierra. Esa distancia fue una escuela en sí misma: "Me fui siendo un chico lleno de miedos, y volví sabiendo más de mí, de lo que quiero y de lo que valoro".

El regreso: Tucumán como elección

A sus 23 años, Felipe Palazzo decidió volver a su casa. Hoy juega nuevamente en Estudiantes, no como profesional, sino desde un lugar más distendido, disfrutando del juego y de su gente. "Después de tantas canchas impresionantes, nada se compara con la calidez de un club de barrio", dice.

También está trabajando en Tucumán y tomándose un tiempo para reconectar con su familia, en especial con su madre, María Emilia, quien -emocionada- lo acompaña en cada paso: "No hubo noche en la que no se quedara conmigo, incluso cuando volvía muy tarde o debía levantarme temprano".

¿Y el futuro?

Por ahora, Felipe no sueña con la NBA. "Mi NBA fue haber jugado en la NCAA", admite. Pero no descarta nuevos caminos en el deporte o en el mundo profesional. "Hoy, mi prioridad es disfrutar, estar en casa y seguir creciendo desde otro lugar".

Con la humildad que lo caracteriza y una historia inspiradora, Felipe Palazzo representa a una generación de deportistas tucumanos que se animan a soñar en grande, pero que también saben regresar a sus raíces.