A los 42 años, Dani Alves atraviesa un capítulo completamente distinto al que lo convirtió en uno de los jugadores más ganadores de la historia del fútbol. Luego de haber estado en prisión en España, acusado de agresión sexual en un boliche de Barcelona, el brasileño asegura haber encontrado un nuevo propósito en la fe y la espiritualidad.

Lejos de las canchas y los flashes, su nombre volvió a resonar, pero esta vez en un contexto muy diferente. En su cuenta de Instagram, comparte reflexiones, fragmentos bíblicos y mensajes religiosos. Incluso, en su biografía ya no hay rastros de su carrera deportiva: solo una frase en mayúsculas define su nueva identidad pública: "Discípulo de Cristo Jesús".

Fe, redención y un pacto con Dios

En los últimos días, Alves fue visto participando en reuniones de la Iglesia Elim de Girona, donde relató cómo la religión lo ayudó a atravesar el encierro y el proceso judicial.

Durante una de esas presentaciones, se lo vio orando, cantando y compartiendo su historia de transformación espiritual. "Hay que tener fe, yo soy la prueba de eso. Lo que Dios promete, lo cumple. Dentro de la cárcel hice un pacto con Él: ‘Señor, te voy a servir, pero cuida de mi casa y de las personas que no me abandonaron'", expresó frente a los fieles.

Reconciliado con Joana Sanz y enfocado en su fe

Además de su cambio de vida, Alves habló sobre las consecuencias personales del caso, entre ellas su separación temporal de su esposa, la modelo Joana Sanz. Según medios brasileños, la pareja volvió a reconciliarse tras su liberación y atraviesa una etapa de calma y estabilidad.

El exfutbolista dedica ahora su tiempo al estudio de las Escrituras y a compartir mensajes cristianos en redes, charlas y templos. "El amor verdadero es amar cuando uno no lo merece, porque eso fue lo que Cristo hizo por mí", afirmó en una de sus más recientes intervenciones públicas.