¿Qué nos pasó con la Libertadores?
Otra vez una final entre brasileños y Argentina mirando desde afuera. Durante décadas, los equipos argentinos dominaron el continente con identidad, jerarquía y mística. Sin embargo, en los últimos años, la hegemonía cambió de bandera. Y no fue por casualidad... el gran poderío econónico brasileño y sus torneos, marcan la diferencia en jerarquía y físicamente ¿estamos tan lejos acaso de todo ello?
El próximo 29 de noviembre, Palmeiras y Flamengo volverán a protagonizar una final de la Copa Libertadores, repitiendo un patrón que ya parece natural "el fútbol brasileño manda en América, mientras el argentino se resigna a ser espectador de lujo" Pero este presente no es inocente, el poder económico y deportivo están más latentes y representativos que nunca.
La última vez que un club argentino levantó el trofeo fue en 2018, cuando River venció a Boca en la inolvidable final de Madrid. Desde entonces, siete ediciones consecutivas tuvieron campeones brasileños. Y, desde 2020, todas las finales fueron entre equipos de Brasil. Sin dudas, una supremacía absoluta de los brasileros pisando fuerte en el continente.
La federación brasileña, construyó una estructura futbolística sólida, moderna y millonaria. Sus clubes se transformaron en empresas deportivas capaces de sostener proyectos a largo plazo. Y si nos remontamos a los dos finalistas de este año, Palmeiras, con Abel Ferreira, es el ejemplo perfecto, un entrenador que desde 2020 disputó múltiples finales internacionales, ganó tres Libertadores y consolidó una idea de juego respaldada por planificación, inversión e inteligencia deportiva. Haciendo grande a un club, que venía muy por detrás de los gigantes de Río de Janeiro, el Flu y el Fla.
Hablando del grande del fútbol carioca, el Flamengo... amasa una millonaria suma de dinero en sus cuentas y un presupuesto europeo, contando con estructura profesional y jugadores que en la Argentina resultan inalcanzables, sin ir más lejos, serán 4 jugadores argentinos los que dirán presente en la final de la Copa: Agustín Rossi, Agustín Giay, Aníbal Moreno y José Manuel López. Es que hoy en día los futbolistas argentinos eligen irse a Europa o cruzar la frontera, como fue en su momento Tevez, Mascherano, Nacho Fernández, De la Cruz o Almada.
Mientras tanto, en nuestro país los clubes venden jugadores cada seis meses, cambian técnicos con mucha frecuencia y sobreviven entre la urgencia económica y el cortoplacismo dirigencial. Entonces, ¿hasta qué punto el talento alcanza cuando la estructura es débil?
Un reflejo incómodo
Desde 2019, Brasil aseguró presencia en todas las finales de la Libertadores. No hay azar en eso, hay gestión, estabilidad y una mirada moderna del fútbol. Mientras tanto, en nuestro país seguimos aferrado o confiando en la "mística copera" y en la épica de siempre. Pero las gestas necesitan cimientos, y los nuestros se agrietan año a año, más allá de que Argentina siempre es una tierra fertil de donde nacen talentos y estrellas mundiales, como en Brasil, pero ahí es donde hacen la diferencia con el resto... porque además de contar con sus estrellas, compran lo mejor que está en el mercado.
Pero más allá de lo estrictamente econónico y haciendo un mea culpa ¿No será hora de revisar el modelo? ¿De fortalecer mucho más las divisiones formativas y pensar proyectos a cinco años en lugar de a cinco partidos?
El fútbol argentino sigue siendo un semillero inagotable, pero exporta su talento antes de disfrutarlo. Los clubes viven en crisis permanente y las competencias se reforman sin un rumbo claro. Así, mientras los equipos brasileños planifican, los argentinos pareciera ser que improvisamos o simplemente dejamos todo al azar.
Tampoco es menor mencionar el contexto competitivo de la liga en cada país: el Brasileirao reúne a una decena de equipos con poder económico y nivel internacional. Cada partido es un desafío de alto nivel, que fortalece a los planteles de cara a los torneos continentales. En cambio, la liga argentina se volvió un laberinto de formatos, parches y calendarios que dificultan la planificación a largo plazo, aun teniendo la "fortuna" de ver a campeones del mundo vistiendo camisetas locales, en vez de internacionales.
Más allá de las diferencias, del ritmo deportivo y las ligas de ambos países, la Libertadores, nos devuelve la imagen sin filtros que pareciera que obviamos ver: "ya no somos los protagonistas del continente".
Tal vez la pregunta no sea por qué Brasil gana tanto, sino por qué Argentina dejó de creer que podía hacerlo.