Las teorías conspirativas siempre fueron terreno fértil para el cine y las series, pero hoy recuperan fuerza en un mundo marcado por la pandemia, el caos informativo y el avance de líderes mesiánicos. En ese clima llega Bugonia, la nueva película de Yorgos Lanthimos, que actualiza la surcoreana Save The Green Planet! (2003) y traslada sus obsesiones al presente: corporaciones poderosas, desconfianza social y la fragilidad de nuestra convivencia.

La trama sigue a Teddy y Don, dos hombres de una zona rural de Georgia que creen haber descubierto que la CEO de una farmacéutica (interpretada por Emma Stone) es en realidad una invasora del planeta Andrómeda. Convencidos de que la humanidad está en riesgo, deciden actuar. Lo que sigue es una sátira negra donde los roles de víctima y victimario se diluyen, y donde Lanthimos expone la paradoja del poder: los oprimidos pueden convertirse en opresores en un instante si la oportunidad aparece.

Entre secuestros delirantes, negociaciones intergalácticas y una crítica feroz al mundo corporativo, el director despliega una visión donde la paranoia no es un desvío, sino el estado natural de una sociedad que ya no puede distinguir verdad de ficción.

La conspiración como espejo del presente

Con Bugonia, Lanthimos se suma a una extensa tradición de creadores que utilizan lo fantástico para revelar las grietas del mundo real. Paranoia, desinformación, colapso social y fantasías de control alienígena no son escapismos: son metáforas de un presente donde entender la realidad parece cada vez más difícil.

Quizás por eso estas ficciones fascinan: ofrecen respuestas simples a un mundo complejo, incluso si son delirantes. Porque a veces -como sugiere la autora de la columna original- creer en conspiraciones es más fácil que enfrentar nuestras propias fallas.