Quién era Matías Rolfi, el joven que se suicidó en Medicina de la UBA
Tenía 27 años, estudiaba Nutrición junto a su hermana y padecía un trastorno del espectro autista. Su familia denunció que sufría hostigamiento en la facultad y que el sistema "le falló en todo".
Matías Rolfi tenía 27 años y vivía en Saavedra. Soñaba con recibirse de nutricionista junto a su hermana Rocío, con quien compartía cursadas, talleres y largas jornadas de estudio en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Ese sueño se truncó el viernes pasado, cuando Matías cayó desde el segundo piso del edificio ubicado en Uriburu al 900. Había ido a revisar un examen de Fisiología que había desaprobado y que lo tenía profundamente angustiado.
"Sufría bullying. Era un chico que, por su condición, caía mal y se convirtió en blanco fácil", contó Rocío, su hermana a Clarín, visiblemente conmovida. Matías tenía trastorno del espectro autista y, según su familia, atravesaba desde hacía tiempo un calvario en el ámbito académico.
La familia se enteró de su muerte recién a las 23, varias horas después del hecho. "Nadie nos avisó, ni la Policía ni las autoridades. Todo el sistema falló", expresó Rocío.
Años de bullying y un sistema sin respuestas
Matías había pausado su cursada un año atrás tras un conflicto con compañeros y un ayudante de cátedra. "Decidimos que se tomara un descanso, pero volvió con fuerza. Aprobó seis materias este año. Lo intentó todo", recordó su hermana.
Sin embargo, las dificultades de integración continuaron. "Muchos lo evitaban o se reían cuando estaba solo. En el grupo de la facultad lo ninguneaban", relató su compañero Leonel Nolvany, quien lo definió como "un pibe bueno, amable y solidario".
"Todo el mundo habla de salud mental y de educación gratuita, pero como sociedad somos un ‘casi' en todo eso", reflexionó Rocío, quien ahora exige que se revisen los protocolos de acompañamiento y contención dentro de la UBA.
"Solo quedamos mamá y yo. Todo el sistema falló"
Matías y Rocío compartían un vínculo muy fuerte. Tras la muerte de su padre, ella dejó los estudios para trabajar y ayudar en su casa. "Este año había retomado, queríamos recibimos juntos", contó.
Fuera del ámbito académico, Matías era un apasionado del anime, las figuras coleccionables y los juegos de mesa. "Tenía una estantería llena de figuras, era su mundo. Hoy todo eso quedó vacío", lamentó su hermana.
"Solo quedamos mamá y yo. La UBA, Nutrición, era nuestro sueño. Hoy es una pesadilla. Ojalá ningún otro estudiante tenga que pasar por lo que él pasó", cerró con dolor.