No somos víctimas, pero el poder judicial de Tucumán nos quiere hacer sentir culpables
Una reflexión sobre cómo la Justicia tucumana convierte a las víctimas en acusadas, y a la verdad en un problema a resolver. La contradenuncia contra quienes acompañan a una víctima de violación revela un sistema judicial que usa el proceso penal como herramienta de intimidación.
En la ultima semana que pasó, la Justicia tucumana decidió moverse. No lo hizo para avanzar en una causa por violación en manada que lleva diecisiete (17) meses sin juicio, sino para ejecutar una denuncia espejo presentada por los abogados del jugador José Florentín.
A partir de esa denuncia (curiosa y velozmente), se dispusieron allanamientos -entre ellos, uno en la redacción de Enterate Noticias- bajo la hipótesis de una supuesta "asociación ilícita" entre un diputado nacional, su equipo de abogados, la victima, sus familiares y testigos. No encontraron nada, porque no había nada. Pero la escena sirvió para lo que se buscaba: generar miedo, instalar sospechas y mandar un mensaje.Lo simbólico pesa más que lo jurídico. El poder judicial, otra vez, eligió el espectáculo antes que la verdad. EL MENSAJE DETRAS DE LA DENUNCIA ESPEJOLa maniobra no tiene sutilezas: es un mecanismo de intimidación institucional. La denuncia espejo presentada por la defensa de Florentín no es una estrategia legal: es un método de disciplinamiento.
Dice la denuncia, sin decirlo: "si denunciás, te vamos a denunciar". El daño no es solo a las personas involucradas. Es al sistema en su conjunto.
¿Qué garantía tiene una víctima de violencia sexual de acudir a la Justicia si sabe que, en medio del proceso, puede ser convertida en imputada?
¿Y qué señal se envía cuando los mismos tribunales que duermen causas sensibles durante años reaccionan en horas cuando los acusados se defienden con una contradenuncia? La jurisprudencia internacional lo ha advertido. La Corte Interamericana de Derechos Humanos -en casos como Campo Algodonero vs. México y Fernández Ortega vs. México- estableció que criminalizar a las víctimas o a quienes las representan es una forma de revictimización institucional. En Tucumán, esa advertencia se volvió rutina. UN PATRON QUE SE REPITENada de esto es nuevo, Tucumán arrastra una larga lista de causas donde la Justicia llegó tarde, mal o nunca: Paulina Lebbos, Marita Verón, Paola Tacacho, Daiana Garnica, Betty Argañaraz, Roxana Tévez y muchas mas. Historias donde el poder judicial falló no solo por ineficacia, sino por complicidad.
La causa Vélez no es una excepción: es una continuidad. Una más de esas causas en las que los nombres cambian, pero la trama es la misma: víctimas desprotegidas, fiscales que demoran y jueces que miran hacia otro lado.
FLORENTIN, LA PIEZA UTIL
La estrategia de la defensa no se sostiene ni siquiera dentro del expediente. Mientras José Florentín se presenta como denunciante, los otros imputados (2) -Abiel Osorio y Braian Cufré- pidieron salidas alternativas, buscando reparar económicamente a la víctima y resolver su situación judicial.
En otras palabras: reconocen los hechos.
Esa contradicción desnuda la operación: a Florentín lo usaron. Usado por sus propios abogados y por un sistema judicial que orquestó una maniobra política y mediática para desviar el foco de la causa madre: una violación en manada que sigue sin llegar a juicio. Por salud del sistema juridico provicnial: ¿acaso no hubiera sido conveniente resolver la causa judicial principal para luego hacer las contradenuncias correspondientes? A simple vista la respuesta parece obvia. Pero se decidió montar un relato para proteger intereses, fabricar titulares y trasladar la presión a quienes acompañaron a la víctima. EL JUICIO QUE NO LLEGA¿No sería más sensato -más justo, más transparente- elevar de una vez la causa a juicio oral y público, para que las partes puedan exponer sus verdades y para que toda la sociedad conozca la verdad de los hechos?Después de todo, esa deberia ser la verdadera esencia del sistema judicial: que la verdad se discuta de cara a la gente, no entre pasillos y expedientes.Sin embargo, hace más de un año y medio, una mujer denunció haber sido violada por cuatro jugadores de fútbol en un departamento de Tucumán. Hay pericias, testimonios, pruebas materiales y muchas evidencias.
Lo que no hay es juicio, ni voluntad de hacerlo.
Mientras la fiscalía de Mariana Rivadeneira entretiene al público con allanamientos y titulares, la causa original -que lleva adelante la Fiscal Reinoso Cuello- sigue en el limbo, y con cada día que pasa, el sistema se erosiona un poco más. Porque cuando la Justicia actúa como espectáculo, el derecho se convierte en una ficción.
EL FINAL DEL SILENCIO
La denuncia espejo no busca verdad, busca disciplinar. Es una advertencia, una forma elegante de decirle a toda la sociedad: "esto les pasa a los que se animan a hablar".Pero el silencio no es justicia. Y la contradenuncia no borra la violación. El verdadero desafío no está en resistir el apriete, sino en exponerlo.Solo cuando se expone el mecanismo, el poder pierde su impunidad. Y en Tucumán, después de tantos años de oscuridad judicial, ya no alcanza con callar: hay que decirlo todo.