Murió Pepe Mujica: su legado de paz, lucha y compromiso con Colombia y la región
Una vida marcada por la coherencia y la defensa de los caminos pacíficos.
José "Pepe" Mujica, expresidente de Uruguay y figura icónica de la política latinoamericana, falleció a los 89 años tras una larga batalla contra el cáncer de esófago. Con su muerte, se va uno de los líderes más respetados del continente, cuya voz fue clave para promover el diálogo como camino hacia la paz, especialmente en Colombia.
Exguerrillero del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, Mujica pasó más de una década en prisión durante la dictadura uruguaya. Aquella experiencia marcó profundamente su visión sobre el conflicto y la reconciliación: "Yo también creí que la violencia era el camino", dijo en una de sus últimas intervenciones, dejando claro que su aprendizaje más valioso fue haber apostado luego por el entendimiento.
Su vínculo con Colombia y su compromiso con la paz
Mujica fue un acompañante firme del proceso de paz colombiano. En 2016, fue invitado especial a la firma del histórico acuerdo entre el Estado y las FARC, donde expresó una de sus frases más recordadas: "El perdón no es olvidar, es superar". Para él, construir la paz era un desafío que debía incluir a toda la sociedad, no solo a quienes negociaban.
Participó activamente en distintas etapas del diálogo, incluyendo los nuevos acercamientos con el ELN durante la presidencia de Gustavo Petro. En 2023, en plena ronda de negociaciones en Cuba, dejó otra reflexión que caló hondo: "La paz no es rendición, es convivencia".
Siempre insistió en que sin justicia social no hay paz verdadera. "Sin justicia social, la paz es solo un paréntesis", sostuvo, apuntando a la necesidad de transformar las raíces del conflicto: pobreza, desigualdad y exclusión.
Una despedida que invita a seguir su ejemplo
En sus últimos meses de vida, Mujica no dejó de hablarle al pueblo colombiano. En marzo de 2025, ya muy debilitado, envió un mensaje al presidente Petro que fue compartido por redes sociales y emocionó a toda la región: "Mis viejos huesos ya no dan ni para ir a la esquina... pero es hermoso poner nuestra vida al servicio de una causa".
Con su partida, se apaga una voz firme, serena y profundamente humana. Pero su legado sigue vivo: recordar que la paz no es un momento, sino un proceso constante, que exige paciencia, convicción y generosidad.