La morosidad bancaria marca récords: preocupa el aumento en tarjetas y créditos personales
En julio, la mora en préstamos a familias alcanzó el nivel más alto en 15 años. Las tasas disparadas y la caída del poder adquisitivo dificultan el cumplimiento de pagos.
El crédito en crisis: 9 meses de suba ininterrumpida en la morosidad
El sistema financiero argentino sigue mostrando señales de alerta. Según el último informe del Banco Central, la morosidad en los créditos otorgados a familias volvió a subir en julio y ya acumula nueve meses consecutivos en alza. El indicador alcanzó el 5,7%, el valor más alto desde que hay registros oficiales, iniciados en 2010.
El deterioro se siente especialmente en los créditos personales, donde la mora escaló al 7,3%, y en tarjetas de crédito, que pasaron del 4,9% al 5,3%. Incluso los préstamos prendarios, que suelen tener menores niveles de incumplimiento, también subieron (3,9%). Los créditos hipotecarios fueron la excepción: bajaron a 0,9%.
Para Federico González Rouco, economista de la consultora Empiria, el aumento de la morosidad responde al "freno en la actividad económica y la pérdida de poder adquisitivo", sumado a que la desaceleración inflacionaria ya no licúa las cuotas como antes.
El costo del financiamiento empresarial se disparó
Si se suma al sector privado no financiero, el nivel de morosidad total alcanza el 3,2%, más del doble del piso reciente del 1,5% registrado en octubre de 2024. Las empresas también muestran mayores dificultades para acceder al crédito, sobre todo tras el brusco salto en las tasas de adelantos en cuenta corriente, que pasaron del 31% al 93% en apenas un mes (julio-agosto).
Este fenómeno se vincula directamente con el giro del Gobierno hacia un esquema de agregados monetarios, que abandonó el control de tasas y generó alta volatilidad en el costo del dinero. Según la consultora C-P, la caída del financiamiento a empresas ya ronda los $1 billón desde mediados de julio.
Cuotas más caras, salarios planchados y presión cambiaria
La combinación de tasas más altas, ingresos estancados y una creciente incertidumbre cambiaria configura un escenario complicado para el cumplimiento de compromisos financieros, tanto de hogares como de empresas.
Los préstamos personales, por ejemplo, ya operaban con tasas nominales anuales (TNA) cercanas al 70%, pero en septiembre superaron el 80%. Aunque en los últimos días se observó cierta baja, la fragilidad macroeconómica sugiere que el alivio podría ser transitorio.