Milei se juega su capital político en Buenos Aires en medio de tensiones y apatía electoral

En una elección clave en Buenos Aires, Javier Milei expone su gobierno a un test anticipado en las urnas, en medio de tensiones económicas, denuncias internas y un fuerte riesgo de abstención.

El oficialismo se mide en territorio hostil y con el termómetro social en baja

Este domingo, la provincia de Buenos Aires se convierte en el epicentro de una elección que, aunque legislativa, tiene sabor a plebiscito. Javier Milei decidió nacionalizar la campaña y bajar directamente al terreno de Axel Kicillof, convirtiendo los comicios en una evaluación anticipada de su gobierno.

Lejos de mostrarse distante, el Presidente eligió exponerse y jugar fuerte: instaló el mensaje de que esta votación es clave para cerrar el capítulo kirchnerista. El problema es que llega en su peor momento político y económico, y con una ciudadanía visiblemente cansada.

Una campaña polarizada y atravesada por el desinterés

La elección bonaerense se disputa en un escenario social complejo: zonas rurales, centros urbanos prósperos y bolsillos de pobreza conviven en un mismo mapa electoral. Dos secciones -la Primera y la Tercera- concentran el 75% del padrón, lo que transforma cada voto en un bien estratégico.

A pesar del tono confrontativo de Milei, el gran enemigo de todos parece ser el fantasma de la abstención. Las encuestas advierten un alto porcentaje de votantes indecisos o directamente desinteresados, un dato que genera preocupación tanto en La Libertad Avanza como en el peronismo.

Kicillof, sin embargo, se beneficia indirectamente: Milei lo eligió como antagonista directo y lo subió al centro del ring, desplazando incluso a figuras históricas como Cristina Kirchner.

Economía frágil, escándalos y desgaste político: el combo que complica al Gobierno

En lugar de aprovechar el impulso del primer semestre, el Gobierno llega a la elección con varios frentes abiertos. La situación económica perdió fuerza, con intervenciones en el mercado cambiario que ya consumieron más de 500 millones de dólares. A eso se suman preocupaciones por la inflación y el dólar.

El clima se tensó aún más tras la filtración de audios del funcionario Diego Spagnuolo, que involucran a Karina Milei y generaron denuncias por manejos irregulares en la ANDIS. La respuesta oficial fue lenta y errática: primero el silencio, luego la teoría de la operación política, y finalmente acusaciones de espionaje y amenazas personales.

Una encuesta reciente de Management & Fit reveló que el 94,5% de los consultados conoce el escándalo y más del 70% lo considera grave. Sin embargo, la mayoría dice que eso no cambiará su voto. Aun así, el daño a la imagen presidencial está hecho.

¿Qué pasa si Milei pierde?

La elección no se termina el domingo: el lunes hablarán los mercados. Si Milei logra una derrota ajustada o incluso una mínima victoria, podrá presentarse como ganador moral. Pero si el resultado es adverso, el golpe político será fuerte, y la transición hasta octubre puede volverse cuesta arriba.

La apuesta es total, y el riesgo también. El Presidente transformó una elección provincial en un referéndum sobre su gestión. Ahora, depende del voto -o la falta de él- ver si su jugada fue audaz o imprudente.

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