Tensión en el corazón del mileísmo: el reacomodamiento de poder deja un escenario incierto

La salida de Guillermo Francos aceleró una nueva disputa interna entre Karina Milei, Santiago Caputo y los sectores que buscan ganar incidencia en el armado del próximo gabinete.

El tablero interno del Gobierno volvió a quedar inmerso en un estado de máxima incertidumbre. La renuncia de Guillermo Francos, uno de los funcionarios mejor valorados dentro del ecosistema político tradicional, reactivó tensiones larvadas entre Karina Milei y Santiago Caputo, mientras se intenta definir cómo será la reorganización del gabinete para el segundo tramo de la gestión.

La secretaria general de la Presidencia decidió insistir con el diseño original que había impulsado meses atrás, y que proyecta a Manuel Adorni como reemplazo de Francos en la Jefatura de Gabinete. Sin embargo, esa decisión no calmó la interna, que sigue atravesada por la negociación sobre el rol, el alcance y el nivel de control que tendrá Caputo dentro del nuevo esquema de poder.

En paralelo, sectores que rodean a Caputo buscan ampliar su radio de influencia. Las conversaciones en torno a la creación de una estructura robusta que incorpore áreas como Transporte y otras dependencias bajo órbita económica siguen abiertas y generan ruido interno. Nadie da por cerrado todavía el reparto final de poder.

El clima político sigue condicionado por operaciones cruzadas, trascendidos, presiones laterales y especulaciones que no terminan de estabilizarse. En Olivos hubo encuentros clave, discusiones y planteos directos que no despejaron la inquietud dentro del mileísmo. Incluso Mauricio Macri se retiró decepcionado de una de las últimas cenas políticas, con la percepción de no haber logrado ningún avance.

A esta trama se suma la guerra fría silenciosa que Cristina Kirchner mantiene dentro del peronismo bonaerense, y el reposicionamiento de Patricia Bullrich pensando en los próximos pasos dentro del Senado y, luego, la Ciudad. Los gobernadores, por su parte, observan con distancia pero atentos. La señal que Milei dio en la cumbre federal fue bien recibida, aunque nadie asegura cuánto puede durar ese tono conciliador.

Mientras tanto, en Congreso se acumulan negociaciones pendientes, reclamos judiciales sin resolución y lugares clave aún sin definir. La administración necesita avanzar en acuerdos concretos, pero las pujas internas amenazan con volver lento y frágil ese camino.

El pronóstico dentro del triángulo central del mileísmo es reservado. Las próximas horas pueden desatar nuevas decisiones, nuevas alianzas internas, nuevos desplazamientos o nuevas tensiones. Lo único certero, hoy, es que el reacomodamiento del poder real dentro del Gobierno todavía está lejos de estabilizarse.

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