Los Pumas pelearon hasta el final en Twickenham y dejaron una nueva muestra de carácter

Aunque cayeron ante Inglaterra, la Selección argentina volvió a remontar un marcador adverso y cerró la gira con señales que entusiasman de cara al futuro.

Un comienzo cuesta arriba y una reacción que encendió ilusiones

Los Pumas volvieron a protagonizar un partido cargado de emociones en Twickenham. Inglaterra tomó el control desde temprano con un drop de George Ford y un try de Max Ojomoh, que interceptó un pase de Juan Cruz Mallía y estiró el marcador a 10-0. Minutos más tarde, una genial asistencia de Ojomoh dejó a Immanuel Feyi-Waboso en soledad para apoyar el segundo try de la tarde y llevar la diferencia a un 17-0 que parecía definitivo.

Pero, fieles a su ADN, los dirigidos por Felipe Contepomi no se resignaron. Tomás Albornoz descontó con un penal y el descanso llegó con un susto adicional, cuando el TMO anuló un try inglés a centímetros del ingoal. Al regreso, Argentina ajustó el plan y encontró respuestas: Justo Piccardo apoyó un try temprano y Albornoz, junto con Santiago Carreras, sumaron con el pie hasta quedar a un solo punto (17-16). La remontada en Londres recordaba a lo vivido días antes en Edimburgo, donde habían levantado un 21-0 para ganar 33-24.

Un final vibrante y una caída que deja aprendizaje

Inglaterra entró en desconcierto ante la presión albiceleste y Ford falló un drop clave. Sin embargo, los locales encontraron aire con un try de Henry Slade y un penal que estiró el resultado a 27-16. Aun así, Los Pumas no soltaron el partido: Rodrigo Isgró apoyó un try en el último minuto y, con la posesión final, Argentina avanzó metros y obligó al rival a defender en su ingoal. Estuvieron otra vez a centímetros de la hazaña.

El 27-23 definitivo marcó la tercera derrota del año ante Inglaterra y dejó a Los Pumas sin la chance de una nueva victoria histórica en territorio británico. Pero el saldo de la gira es claramente positivo: el equipo mantiene competitividad ante las potencias, muestra carácter en cada adversidad y confirma que pertenece al lote de los mejores del mundo.

Incluso en la derrota, este seleccionado transmite algo inusual: esperanza. Y esa energía -la que enciende estadios y hace creer que lo imposible puede suceder- es, quizá, la mejor señal rumbo al próximo año.

Esta nota habla de: