La música en "El Eternauta": rock clásico, Mercedes Sosa y canciones que cuentan la historia
La serie protagonizada por Ricardo Darín no solo reinterpreta al clásico de Oesterheld, también construye una identidad sonora donde el rock argentino, el folklore y la poesía potencian el drama apocalíptico.
Desde su estreno, El Eternauta generó un revuelo cultural. Pero más allá de los efectos visuales, las actuaciones y la fidelidad (o no) al guion original, hay un elemento que atraviesa la serie con la fuerza de una nevada mortal: la música.
Bruno Stagnaro dirige una adaptación donde cada canción dice lo que los personajes no se animan, o ni siquiera saben que sienten. La banda sonora se divide en dos mundos: la original, compuesta por Federico Jusid, que acompaña el drama humano, y un repertorio seleccionado con precisión quirúrgica que refuerza climas, vínculos y decisiones.
En este viaje sonoro conviven himnos del rock fundacional argentino, como los de Manal o Pescado Rabioso, con la voz eterna de Mercedes Sosa y guiños pop a Gilda, Soda Stereo y hasta Franco Simone. El resultado: una identidad musical que no decora, sino que narra.
Javier Martínez y la lírica existencial del rock nacional
Si hay una figura que se repite como leitmotiv musical en la serie es Javier Martínez, líder de Manal, banda pionera del blues criollo. Sus letras resuenan en los diálogos internos de Juan Salvo y sus compañeros, que enfrentan la catástrofe con una mezcla de melancolía, rebeldía y temple.
Temas como "No pibe", "Porque hoy nací" y "Jugo de tomate frío" funcionan como pequeñas declaraciones de principios de personajes comunes enfrentados a lo extraordinario. En especial, "Salgan al sol" se convierte en una suerte de llamado a romper con lo establecido, a salir -literal y metafóricamente- de la rutina para enfrentar el caos.
Estas canciones no son elegidas al azar: cada una condensa un momento emocional clave de los protagonistas, desde el renacimiento espiritual hasta la frialdad necesaria para sobrevivir.
Mercedes Sosa: la emoción como resistencia
En una Buenos Aires devastada, la presencia de Mercedes Sosa aporta humanidad y esperanza. La artista tucumana aparece con dos piezas cargadas de simbolismo: "Todo cambia", de Julio Numhauser, que suena como una sentencia inevitable ante un mundo que se transforma sin aviso, y el "Credo" de la Misa Criolla, una plegaria en clave folklórica que aporta profundidad espiritual a la historia.
La elección no solo homenajea a una figura esencial de la música latinoamericana, también resignifica su obra en un nuevo contexto, donde la resurrección no es religiosa, sino emocional y colectiva.
Un viaje musical que une generaciones
La serie no se queda en lo retro. Aparecen bandas como El Mató un Policía Motorizado con "El magnetismo", ideal para describir una ciudad al borde del abismo, y Gilda con "Paisaje", que marca el contraste entre la calma inicial y el desastre inminente.
Completan la lista nombres como Soda Stereo ("Cuando pase el temblor"), Carlos Gardel ("Caminito"), Intoxicados ("Fuego") y El Reloj ("Alguien más en quien confiar", "Blues del atardecer"). Cada tema tiene una función dramática precisa, y juntos trazan un mapa emocional que une pasado y presente.
Los jóvenes que descubren estos temas por primera vez y los adultos que los recuerdan con nostalgia están conectados por algo más grande: el espíritu colectivo que atraviesa El Eternauta. Ese que no solo sobrevive a la nevada, sino que también resucita en cada canción.