Jeff Bezos se casa en Venecia y desata protestas: lujo, polémica y una ciudad dividida

La fastuosa boda del fundador de Amazon con Lauren Sánchez genera rechazo en parte de la población veneciana, preocupada por el impacto ambiental y la presión turística.

Jeff Bezos, de 61 años, y su pareja Lauren Sánchez, de 55, eligieron Venecia como escenario para celebrar una boda de alto perfil que se extenderá por tres días. Desde el jueves hasta el sábado, la pareja festejará en locaciones aún no confirmadas por seguridad, aunque suenan como posibles la Iglesia de la Misericordia y el histórico Arsenal.

La pareja no escatimó en gastos: según medios italianos, reservaron hoteles de lujo para sus invitados VIP, entre ellos Leonardo DiCaprio, Kim Kardashian y Oprah Winfrey. Al menos 95 aviones privados aterrizarán en el aeropuerto Marco Polo, mientras que el yate Koru, propiedad de Bezos, fondeará frente a San Giorgio Maggiore.

Rechazo local y ambientalistas en pie de guerra

El evento no pasó desapercibido para activistas y residentes, que denuncian la mercantilización de Venecia y el impacto ambiental del turismo de lujo. Greenpeace y organizaciones estudiantiles se movilizaron en la plaza San Marcos con una pancarta dirigida a Bezos: "Si podés alquilar Venecia para tu boda, podés pagar más impuestos".

Las críticas también apuntan a la huella de carbono que dejarán los vuelos privados y el consumo excesivo en una ciudad que ya sufre los efectos del cambio climático. "Usan Venecia como una sala de fiestas. Se están llevando por delante a los pocos vecinos que quedan", dijo Tommaso Cacciari, referente del movimiento "No hay lugar para Bezos".

¿Bendición o amenaza para la economía local?

A pesar de las críticas, las autoridades locales defendieron el evento. El alcalde Luigi Brugnaro y el gobernador regional Luca Zaia valoraron el impacto económico de la boda, estimado entre 20 y 30 millones de euros. Además, Bezos hizo una donación de un millón de euros a una institución científica local y contrató artesanos venecianos para elaborar productos tradicionales.

Las voces vecinales están divididas: algunos protestan, otros celebran. "Esto no molesta a nadie, al contrario: trae trabajo y dinero", opinó Michele Serafini, comerciante de 50 años.

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