Gerhard Müller: "El próximo Papa será el sucesor de Pedro, no de los pontífices anteriores"
A días del cónclave, el cardenal alemán reflexionó sobre la continuidad en el papado, la unidad de la Iglesia y las cualidades que debe tener el futuro pontífice, en un mundo dividido y necesitado de guía espiritual.
El cardenal Gerhard Müller, ex prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se prepara para participar en el cónclave que elegirá al sucesor de Francisco. A días de este evento clave, subrayó un aspecto crucial: el próximo Papa no será simplemente un sucesor de los pontífices anteriores, sino que continuará la misión apostólica de Pedro, el primer Papa.
Müller, cercano tanto a Benedicto XVI como a Francisco, destacó que la verdadera continuidad del papado radica en la misión confiada por Cristo a Pedro, no en las personas que han ocupado el cargo. Para el cardenal, cada Papa es, ante todo, el sucesor de Pedro, un punto esencial para comprender la unidad de la Iglesia.
Unidad doctrinal: el papado como garante de la fe
Para el teólogo alemán, una de las claves del papado es la garantía de unidad doctrinal que ofrece a los fieles.
"La Iglesia se basa en la confesión de Pedro", comentó, insistiendo en que aunque los estilos pastorales de cada Papa puedan variar, no debe haber nunca un quiebre doctrinal.
A diferencia de lo que algunos podrían pensar, las diferencias entre pontífices como Benedicto XVI y Francisco no representan un cambio en la enseñanza de la Iglesia, sino simplemente una diferente manera de aplicar esa doctrina a los desafíos del mundo contemporáneo.
Además, Müller dejó claro que ningún Papa tiene la autoridad para cambiar la doctrina central de la fe católica. "La doctrina se basa en la revelación de Cristo, que es el mismo ayer, hoy y siempre", enfatizó, sugiriendo que las reformas o cambios deben estar en línea con esa enseñanza.
El papel del Papa en el mundo actual: unidad y autoridad moral
Uno de los aspectos más destacados en las palabras de Müller fue la misión unificadora del Papa, no solo dentro de la Iglesia, sino en un contexto global marcado por divisiones. Según el cardenal, el papado tiene un papel moral único, siendo el Papa la única autoridad moral reconocida en un mundo donde otros líderes, como Putin o Trump, carecen de esa misma legitimidad.
El próximo pontífice, a juicio de Müller, deberá ser un hombre capaz de representar no solo la unidad interna de la Iglesia, sino también de actuar como un puente entre las distintas naciones y culturas. "El Papa no solo es el líder espiritual de la Iglesia, sino también un referente para la humanidad", subrayó, haciendo hincapié en la importancia de su rol como mediador de paz y unidad frente a los conflictos globales.
La elección del nuevo Papa: sin un candidato claro
En cuanto al cónclave, Müller admitió que, a diferencia de los papados anteriores, no existe un candidato claro entre los 135 electores que participarán en la elección. Esta falta de figuras destacadas, aseguró, puede complicar el proceso, que podría prolongarse dependiendo de cómo se desarrollen las votaciones iniciales.
Aunque el cardenal rechazó la idea de que el papado deba regresar a Italia, destacó que lo importante es la apertura a la voluntad del Espíritu Santo, sin importar la nacionalidad del nuevo Papa. "Un católico no debe pensar en términos de nacionalismo. El Papa debe ser elegido según la voluntad de Dios", sentenció.
El futuro papado: fidelidad doctrinal y diálogo pastoral
Finalmente, al ser consultado sobre las cualidades del próximo Papa, Müller insistió en la necesidad de un líder que combine fidelidad a la doctrina con un enfoque pastoral adaptado a los tiempos.
El Papa debe ser ortodoxo, y esto es esencial para la unidad de la fe, aseguró.
Este enfoque equilibrado, según el cardenal, es fundamental para garantizar que el próximo Papa pueda mantener la integridad doctrinal sin perder de vista la necesidad de adaptarse a las realidades cambiantes del mundo moderno. Además, destacó la importancia de una mayor colegialidad entre los cardenales, sugiriendo que el Papa debe consultar más frecuentemente con los líderes de la Iglesia para tomar decisiones acertadas que beneficien a toda la comunidad católica.