Opinión

La final: entrte la fe y el poder

Estudiantes y Racing llegan a la final del Clausura luego de una temporada desgastante, atravesados por la doble competencia, las internas del fútbol argentino y un arbitraje que deberá estar a la altura de un contexto sensible.

La final del Torneo Clausura no es una más. El Pincha y la Academia llegan a este partido decisivo como los sobrevivientes del 2025: exigidos por la Copa Libertadores y la Copa Argentina, condicionados por fallos discutibles y obligados a administrar energías sin resignar ambición. Aun cuando el torneo local pareció, por momentos, un terreno secundario, hoy están frente a frente para reafirmar a su gente que ambas instituciones quieren gritar campeón.

EL CONTEXTO HACIA LA FINAL

Estudiantes accedió a esta instancia tras dejar en el camino al campeón de la Liga, Rosario Central, en una serie que se jugó tanto dentro como fuera del campo. El equipo de Eduardo Domínguez no solo disputa partidos: discute estructuras. Respaldado por la conducción de Juan Sebastián Verón, el Pincha asumió una postura frontal frente a la AFA y su presidente, convirtiendo cada partido decisivo en un territorio de tensión política e interpretaciones permanentes.

Pero Estudiantes no vive solo del contexto. Tiene fútbol, carácter y una figura que encarna su identidad competitiva: Edwin Cetre. Potente, frontal y determinante, Cetre representa al Pincha que incomoda, que va al choque y que no negocia intensidad. Es el jugador que rompe, que empuja al equipo cuando el partido se vuelve espeso y que puede transformar la fricción en ventaja en una final cerrada.

Racing, por su parte, llega envuelto en ilusión y fe. El equipo de Gustavo Costas construyó un recorrido marcado por la emocionalidad, sostenido por referentes claros y por una figura que trasciende lo futbolístico: Adrián "Maravilla" Martínez. Símbolo de resiliencia y agradecimiento, Maravilla es el estandarte de un Racing que cree, que se permite sentir y que juega como si cada partido fuera una ofrenda.

ESCENARIO Y LUPA ARBITRAL

El escenario será el Madre de Ciudades, convertido en el templo de las grandes definiciones del fútbol argentino. Allí, el arbitraje tendrá un rol central. Nicolás Ramírez será el árbitro principal, acompañado por Gabriel Chade y Maximiliano Del Yesso como asistentes, Pablo Dóvalo como cuarto árbitro y Mariana Dure como quinta árbitra. En el VAR estarán Héctor Paletta, con Hernán Mastrángelo como AVAR. En una final atravesada por tensiones institucionales y antecedentes recientes, cada decisión será observada con lupa.

CONDUCCIÓN INSTITUCIONAL

En el plano dirigencial, el contraste es evidente. Estudiantes, con Verón al mando, representa la lógica de la confrontación y la resistencia: "crecer discutiendo, aun pagando costos", es una frase que lo representa y llevará a vivir la final desde la tribuna, como un hincha más acompañando a su equipo y no desde su rol presidencial.

Racing, bajo la presidencia de Diego Milito, encarna la etapa del ídolo gestor, con la intención de trasladar al plano institucional la identidad que supo defender dentro del campo, apostando a la estabilidad y al orden como caminos hacia la consolidación.

Así, la final deja de ser solo fútbol. Es fe contra disputa. Mística contra poder. Cielo contra tierra. Cuando el árbitro marque el inicio y la pelota empiece a rodar, todo lo demás quedará en pausa. Solo entonces se sabrá qué fuerza fue capaz de sostenerse hasta el final.

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