Esperando la Carroza cumple 40 años: detalles ocultos sobre la película y del personaje de Mamá Cora
La película de Alejandro Doria, con Antonio Gasalla como protagonista, se convirtió en un clásico del cine nacional.
"¿A dónde está mi amiga?", es una frase que quedó inmortalizada en el cine nacional. Cinco palabras que por 40 años cruzaron generaciones. Una de las tantas frases de Esperando la carroza que ya son parte del ADN argentino, además de "Tres empanadas" y "Yo hago puchero, ella hace puchero".Esperando la Carroza se estrenó el 6 de mayo de 1985 y, si bien la película tuvo un debut flojo, pero a fuerza de ponerle el cuerpo a la situación logró que el público se interesara por ir a verla a los cines.
Hace 40 años, Alejandro Doria decidió llevar a la pantalla grande la obra teatral de Jacobo Langsner que 12 años antes, en 1972, había presentado en televisión dentro del exitoso ciclo Alta Comedia.
El primer cambio con respecto al libro original fue clave: Mamá Cora debía aparecer durante toda la película, el público tenía que saber dónde estaba, ser cómplice de ese momento. Por su parte, en la versión teatral, el personaje aparece durante la discusión en la casa del hijo y no se vuelve a saber nada de ella hasta el final. Aparece solamente tres minutos en la versión original.
Primero, la idea era que Niní Marshall encarne al icónico personaje, pero ya tenía 80 años y el público podría sentirse molesto por cómo se la trataba en la película y podría empatizar con el actor más allá del personaje. Fue entonces que, descartada Niní, hubo que pensar en otra actriz... o actor.
Diana Frey, productora del filme, recordaría que "Alejandro me decía que no veía ninguna actriz para interpretar a Mamá Cora, y un día le digo ‘¿y si la vieja la hace Antonio Gasalla?' El tipo se queda congelado y lo único que atina a decir fue ‘hablemos con Jacobo Langsner', y al buscarlo, lo único que hizo el creador fue comenzar a reír, porque ya veía su obra representada por un hombre".
"Para la prótesis eran cuatro horas para ponerla y unas cinco horas para sacarla, porque para no herir la piel se debía ir sacando muy despacio y con un líquido para que afloje", contó alguna vez Gasalla sobre el trabajo de Alex Mathews, quien recuerda que la primera vez que realizó el trabajo sobre la piel del actor, éste se durmió, y que al despertar y mirarse al espejo no entendía si realmente era él u otra persona.
La crítica a la película fue impiadosa en aquel momento porque en su debut no hubo gloria, sino rechazo. Los reproches no eran menores. "Demasiado ruido", "gritos insoportables", "una exageración incómoda".
Se hablaba de histeria colectiva, de caricaturas vociferantes sin profundidad. Pero lo que para algunos era un defecto, para otros, retrospectivamente, sería una genialidad. Porque sí: el bullicio familiar, los tonos desaforados, la verborragia sin descanso, tienen parentesco con el neorrealismo italiano y los excesos emocionales de ciertos films de Federico Fellini. ¿Y acaso eso no es también una forma de arte?