"En una hora y veinte me quitaron lo que formé en tres años"

Merlina Scaliter es dueña de Brujas Lencería, que fue elegido como el Mejor Emprendimiento Tucumano.

Fotos: @brujas_lenceria1

¿Emprender en Argentina? Algo difícil, sin dudas. Sin embargo, algunas mujeres tucumanas como Merlina Scaliter ponen el cuerpo todos los días para seguir cumpliendo sus sueños, generando puestos de trabajo y logrando que cientos de tucumanos y tucumanas se sientan mejores con sus cuerpos. "El emprendedor de por sí es muy arriesgado. Emprender es arriesgarse sin saber el resultado que te va a dar", explica la tucumana de 23 años.

Emprendedor ¿se nace o se hace? Si bien no hay nada escrito, pareciera que Merlina nació para eso. A sus nueve años, pidió para Navidad tener una librería. Y su abuela, quien se puso en el papel de Papa Noel, le regaló lo que tanto deseaba. Luego, continuaron juntas este viaje por el emprendedurismo y llegaron a pasar por ferias americanas e, incluso, por ventas de pescado.

Algunos emprendimientos funcionaron, otros no tanto, pero el que definitivamente dio en la tecla fue Brujas Lencería. "Le comenté a mi abuela, quien es costurera, la idea de los bralets y ella me dijo ‘bueno veamos que se puede hacer' y ahí empezamos a salir", cuenta.

Brujas Lencería nace a fines de 2019 y durante la pandemia el emprendimiento despegó. Merlina explica que el feminismo tuvo una gran influencia sobre ella y sobre su negocio. El nombre Brujas no es casualidad: significa libertad y fuerza. "En tiempos pasados, a las mujeres inteligentes querían callarlas. Las mandaban a la hoguera por considerarlas brujas. Entonces, el nombre tiene que ver con no dejarnos cortar las alas, con la libertad de las brujas, su fuerza y su poder de opinión", explica.

¿Y qué lleva a una joven de 20 años a animarse a emprender con lencería? La falta de representación de cuerpos en este rubro. Merlina desde chica sufría por no conseguir ropa interior o bikinis que se adapte a su cuerpo. Posteriormente, notó que este problema no lo tenía solo a ella, sino un montón de mujeres. 

"Cuando empezamos a vender, arrancamos trabajando hasta el talle 120. Corrió la voz de que teníamos talles reales. Reales entre comillas, porque para mí todos los talles son reales. Brujas se convirtió en un espacio que más allá de vender, me hacía sentir cómoda a mí", explica la emprendedora. 

"La lencería no es solo algo que pueda usar una mujer"

En sus inicios, Mer recuerda las palabras de su abuela quien le advirtió que podría llegar a recibir malos comentarios por lo que hacía. Incluso, llegaron a acusarla de que solo buscaba lucrar con el body positive. 

"La lencería no es solo algo que pueda usar una mujer. El arnés lo puede usar un varón también. Más allá de vender, era mostrar una imagen, impactar y decirle a la gente que todos tienen la oportunidad de usar lo que sea", detalla.Y a raíz de este contenido más disruptivo que suele publicar en sus redes, ha llegado a recibir comentarios de personas acusándola de "imponer" una orientación sexual y de afectar a los niños con su contenido. 

"Hubo críticas y muy malas. Aparece una chica con talle 80 y dicen ‘es muy flaca', pongo un 120 ‘es muy rellenita'. No hay nada que a la gente le venga bien", considera.

"En una hora y veinte me quitaron lo que formé en tres años"

A Merlina concretar todos estos logros le tomó años. Llegó a abrir dos locales, generar puestos de trabajo, recibir el premio a Mejor Emprendedora de Tucumán y, por supuesto, contribuir a derribar estereotipos. Desafortunadamente, una parte de esto se vino abajo cuando sufrió un robo en pleno Barrio Norte. "Sufrí un robo muy grande y tuve un retroceso a raíz de eso. Tuve que cerrar el local de La Banda hasta repuntar nuevamente. Decidí enfocarme más en mis diseños propios y apostar a eso para recuperarme. Emprender es esto: tener altibajos. Siempre es una montaña rusa, no es que un día subís y ya te mantenés en la cima".

Relata que hubo noches en las que no dormía, ocasiones donde dormía dentro de su local por miedo a que los ladrones vuelvan a entrar o momentos en los que agarró su auto en medio de la noche y manejó hasta su negocio para quedarse tranquila. Perdió $600.000, un televisor, celular, tablets y hasta mercadería. "Yo tuve muchas pérdidas en mi vida: fracasos en emprendimientos, en el amor, perdí a mi papá, pero el impacto del robo del local fue lo más fuerte que me pasó. Puedo decir que me dejó mal económica, emocional y psicológicamente", confiesa con la voz quebrada Merlina.Del Estado no recibió ninguna ayuda. 

Sin embargo, a pesar de la falta de presencia policial y de ayuda estatal, quienes sí estuvieron para bancar, fueron otras emprendedoras y sus propias seguidoras de Instagram.

"Me parece nefasto que nadie haya visto nada. En una hora y veinte me quitaron lo que formé en tres años. Literalmente me arrasaron todo. Yo no sabía cómo iba a hacer con las chicas que trabajan conmigo, cómo iba a hablarle de la fábrica a la que todavía le debía plata. Pero al otro día vine y dije ‘tengo que sacar fuerza de donde sea'", recuerda conmovida.

A pesar de todo lo que sufrió, Merlina está decida a seguir emprendiendo y creciendo. Nació para eso, con ganas y mucha fuerza de voluntad. "Soy una persona que siempre tira para adelante. No hay nada que me detenga. Una emprendedora debe saber que van a juzgarla y a criticarla. Por eso, esto hay que hacerlo de corazón, con amor y estar decidida a afrontar lo que vaya a pasar", sostiene la dueña de Brujas.