Tucumán: dos hermanas lograron quitarse el apellido paterno, tras años de violencia

Dos niñas tucumanas consiguieron autorización judicial para dejar de usar el apellido de su padre, tras relatar años de violencia familiar y expresar su deseo de construir una identidad propia y libre de ese vínculo.

La Justicia de Tucumán aprobó el pedido de dos hermanas de 13 y 9 años para suprimir el apellido paterno. La resolución fue firmada por la jueza Melisa Hanssen Giffoniello, quien destacó la valentía de las niñas y la claridad con la que explicaron por qué deseaban cortar ese lazo nominal con su padre.

Las adolescentes presentaron la solicitud por su propia voluntad, acompañadas por su abogada Ana Carolina Chávez. En el expediente se incorporaron pruebas, testimonios y antecedentes penales que reflejaban años de violencia física, psicológica, económica y simbólica por parte del hombre.

Un contexto marcado por el maltrato

Las hermanas convivieron con su padre hasta 2021, etapa atravesada por reiterados episodios de agresión tanto hacia ellas como hacia su madre, M. J. La mujer, patrocinada por la abogada María Cecilia Ruiz Flores, también se presentó en el proceso para respaldar plenamente la decisión de sus hijas.

En el expediente constan denuncias previas y la condena penal que pesa sobre el padre: tres años de prisión efectiva por violencia de género, pena que cumple actualmente.

Audiencias, acompañamiento y capacidad de decisión

Durante las audiencias participaron la Defensoría de Niñez y profesionales del Gabinete Interdisciplinario, quienes evaluaron el estado emocional y la madurez de las niñas. La jueza concluyó que ambas comprendían perfectamente el alcance de su pedido.

Si bien el progenitor no se opuso al cambio, pidió que se resolviera recién cuando alcanzaran la mayoría de edad. La magistrada rechazó esa pretensión, priorizando el interés superior de las niñas y su derecho a construir una identidad libre de violencia.

Fundamentos y resolución final

Hanssen Giffoniello señaló que el apellido forma parte esencial de la identidad y que cargar con uno asociado a experiencias traumáticas afecta directamente la personalidad. Además, consideró que obligarlas a mantenerlo implicaría reproducir violencia simbólica.

Con todo acreditado, dispuso la supresión del apellido paterno y ordenó ajustar toda la documentación oficial para que las hermanas utilicen únicamente el apellido materno, tal como ya lo hacen en su vida cotidiana.

Al finalizar, la jueza les dedicó un mensaje cargado de empatía: les recordó que un apellido no define a una persona y que ellas tienen derecho a crecer libres de miedo.

"Recuerden siempre que fueron escuchadas y que su decisión fue respetada y honrada", escribió.

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