El Balón de Oro en tiempos de igualdad
En tiempos de crecimiento del fútbol femenino, el Balón de Oro se convirtió en una vidriera clave. Su contraste con la Copa del Mundo expone la tensión entre lo individual y lo colectivo, y al mismo tiempo visibiliza la conquista de las mujeres en el deporte más popular del planeta. Pero, tras tanta lucha, ¿queda aún camino por recorrer para que el Balón de Oro femenino alcance el mismo prestigio que el masculino?
El Balón de Oro es, desde hace décadas, el máximo reconocimiento individual que un futbolista puede recibir. Su valor simbólico radica en distinguir al mejor entre los mejores, al talento capaz de marcar una época. Sin embargo, en los últimos años esta ceremonia ha adquirido un matiz distinto: se convirtió también en un escenario donde las mujeres reclaman y consolidan un espacio que históricamente les fue negado.
Hasta no hace mucho tiempo, la gala se asociaba exclusivamente al fútbol masculino. Nombres como Lionel Messi, Cristiano Ronaldo o Luka Modri dominaban la escena y eclipsaban cualquier otra narrativa posible. La inclusión del Balón de Oro femenino en 2018 cambió ese paradigma. Desde entonces, jugadoras como Ada Hegerberg, Megan Rapinoe, Alexia Putellas o Aitana Bonmatí no solo han sido premiadas, sino que han visibilizado una lucha mucho más amplia: la búsqueda de igualdad de reconocimiento en un deporte que todavía arrastra profundas asimetrías.
Alexia Putellas, la ganadora del Balón de Oro 2021 junto a Lionel Messi
Aitana Bonmatí
Entre lo colectivo y lo individual
La comparación con la Copa del Mundo resulta inevitable. El Mundial es el trofeo supremo del fútbol porque representa la gloria colectiva: el triunfo compartido por un país y una identidad.
El Balón de Oro, en cambio, pone el foco en la individualidad, en la excelencia personal dentro de un deporte que suele definirse por lo colectivo. En ese contraste radica su singularidad. Mientras el Mundial es incuestionable, el Balón de Oro abre debates, discusiones y, muchas veces, polémicas.
Y en ese escenario de debates, ¿qué lugar ocupa la mirada sobre el género y el reconocimiento al fútbol femenino?
Aitana Bonmatí obtuvo el Balón de Oro por tercera vez consecutiva y se convirtió en la más ganadora de la historia
El hecho de que una futbolista levante este galardón en la misma ceremonia que las grandes figuras masculinas otorga un valor que trasciende lo deportivo. Es un gesto simbólico de reconocimiento y equidad. Proyecta un mensaje claro: el fútbol femenino no es un complemento, sino una parte esencial de la escena global.
Hoy, en un presente donde hinchas, clubes y federaciones comienzan a comprender el crecimiento sostenido del fútbol femenino, la gala del Balón de Oro aparece como una vidriera ineludible.
Allí se juegan no solo premios, sino también percepciones culturales.
Y tal vez, en esa exposición resida su verdadero aporte: contribuir a que el fútbol en todas sus expresiones deje de ser visto en términos de género para consolidarse como un lenguaje universal.
Elijo Creer: la estadística que enciende el sueño del 2026
Está claro que, al hablar de fútbol sudamericano y, en particular, de la Argentina, es habitual encontrarse con rituales, cábalas y señales previas a los grandes partidos. Sin embargo, esta coincidencia excede lo común: es una casualidad que invita a soñar con la posibilidad de revivir un escenario similar al de Qatar 2022.
Y no es una afirmación ligera ni un mero deseo: los datos alimentan la ilusión. Cada vez que un francés ganó el Balón de Oro, la Argentina levantó la Copa del Mundo al año siguiente. En 1985, Michel Platini se quedó con el galardón y, en 1986, la Selección fue campeona en México. En 2022, Karim Benzema lo alzó y meses después la Albiceleste conquistó Qatar.