Antes del amanecer de este sábado, las veredas de la avenida del Libertador al 200, en Vicente López, ya estaban repletas de mantas, reposeras y termos de café. A las nueve de la mañana, Decathlon abrió oficialmente su primera tienda en la Argentina y la expectativa se transformó en euforia: más de tres cuadras de fila, seguridad reforzada y un sistema de ingreso por tandas.

Fundada en 1976, la marca francesa es una de las mayores cadenas de equipamiento deportivo del mundo, con presencia en más de 60 países. Su regreso al país representa una apuesta al consumo local, con más de 70 disciplinas deportivas reunidas en un solo lugar.

Fiebre por los descuentos y la experiencia

Los primeros en llegar esperaron desde la tarde anterior. Franco, fanático del trekking, viajó desde La Plata y pasó la noche acampando en la vereda. "Dormimos acá para ser los primeros. Estuvo todo muy organizado", contó. Los primeros 300 en la fila recibieron cupones de descuento de hasta 400 mil pesos y un desayuno de cortesía.

Daylin, promotora del local, explicó que se otorgaron números para un ingreso ordenado y prioridad para personas con discapacidad. "A las cinco de la mañana ya había 400 personas en la fila. El entusiasmo fue total", dijo.

Entre música, filas y nostalgia de los 90

La apertura se vivió con el espíritu de un recital: música fuerte, aplausos y pasillos colmados. Familias, jóvenes y curiosos recorrieron el local al ritmo de Queen mientras buscaban zapatillas, mochilas o camperas.

"Parece un boliche, pero está bien organizado", resumió Santino, uno de los asistentes. Los precios generaron debate: algunos productos más caros que en Europa, otros incluso más accesibles. Aun así, la mayoría coincidió en destacar la calidad y la atención.

Para muchos, la jornada tuvo un aire de nostalgia. "Siento que volvimos a los 90, por la variedad de marcas y la ansiedad por comprar", contaron Silvia y Guillermo. "La relación precio-calidad es muy buena. Hay mucha gente, pero todo avanza rápido."

La primera jornada de Decathlon en el país combinó expectativa, consumo y una sensación general de regreso a épocas de entusiasmo comercial que hace tiempo no se vivían en el Gran Buenos Aires.