Corrupción y escándalos cruzados: tensión política en España por el caso Ayuso
La investigación contra la pareja de Isabel Díaz Ayuso reaviva el debate sobre la transparencia en plena crisis de confianza institucional.
En medio de una fuerte polarización política, España vuelve a estar sacudida por casos de presunta corrupción que afectan tanto al oficialismo como a la oposición. Mientras el PSOE lidia con las consecuencias del caso Koldo, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, enfrenta cuestionamientos indirectos por los negocios de su pareja, lo que alimenta un clima de tensión e incertidumbre institucional.
El foco está en Alberto González Amador
La polémica gira en torno a Alberto González Amador, pareja de Ayuso, acusado por la Fiscalía de Madrid de haber defraudado más de 350.000 euros a la Agencia Tributaria. La causa, que incluye cargos por delitos fiscales, falsedad documental y corrupción en los negocios, se vincula a facturas falsas relacionadas con la venta de mascarillas durante la pandemia.
La investigación, en manos del Juzgado de Instrucción número 19 de Madrid, también apunta a una operación sospechosa: la compra de la empresa Masterman SL por 500.000 euros a la esposa de un alto cargo del grupo Quirón Prevención, proveedor de servicios para la Comunidad de Madrid. La Justicia considera que podría tratarse de un movimiento para encubrir un posible soborno.
Aunque no hay elementos que incriminen directamente a Ayuso, desde la oposición se sugiere que podría haber recibido beneficios indirectos, como en la adquisición de un ático en Madrid.
Ayuso denuncia una campaña orquestada desde el Gobierno
Frente a las acusaciones, la dirigente del Partido Popular salió al cruce. Asegura que se trata de una maniobra política impulsada por el Gobierno central para desprestigiarla. "Es una persecución", sostuvo, y defendió que los negocios de su pareja son de carácter privado.
Sin embargo, la estrategia de comunicación adoptada por su entorno, especialmente las declaraciones del jefe de gabinete Miguel Ángel Rodríguez, generaron incomodidad dentro del propio PP. Varios referentes consideran que la gestión del escándalo fue desprolija y dañó la imagen del partido en un momento políticamente delicado.