Caso Karla Robles

Cómo la Justicia tucumana le falló a una joven que terminó transmitiendo su muerte en vivo

Durante cuatro años, Karla pidió ayuda a la Justicia tucumana y fue ignorada. Su ex pareja la golpeó, la amenazó y la llevó al límite. Una madrugada, en una transmisión por TikTok, cumplió lo que él le exigía: quitarse la vida.

 En una investigación publicada por la periodista Mariana Romero, se reconstruye el caso de Karla Robles, la joven tucumana que denunció durante años a su agresor y terminó transmitiendo su muerte en vivo por TikTok. 

Karla Robles tenía 27 años y una vida llena de proyectos. Emprendedora, bailarina y estudiante, soñaba con abrir su propio centro de estética junto a su hermano. Pero ese futuro se quebró tras años de violencia psicológica y física ejercida por su ex pareja, Diego Zerda, a quien denunció seis veces. Ninguna de esas denuncias fue atendida.

En marzo de 2022, Karla ya había intentado quitarse la vida. Su madre, Mirta Giménez, y su hermano lograron salvarla a tiempo. En ese contexto, relató ante testigos y su abogado cómo Zerda la golpeaba y le exigía que se matara. A pesar de que las pruebas existían -audios, mensajes y capturas-, la Justicia nunca actuó.

Mientras tanto, el agresor la hostigaba por redes sociales. Le enviaba mensajes humillantes, la denigraba por su cuerpo y la amenazaba. "Negra villera", "gorda cuadrada", "te merecés lo peor", escribía. En los últimos meses, además, comenzó a manipularla con prácticas esotéricas: le decía que le había hecho "un trabajo" y que moriría si no lo obedecía.

Una transmisión que nadie detuvo

El 24 de octubre de 2025, Karla prendió la cámara de su celular y empezó una transmisión en vivo por TikTok. Frente a 96 espectadores, explicó entre lágrimas que lo hacía "para proteger a su familia". Temía que Zerda cumpliera sus amenazas contra su madre y su hermano.

Su amiga M.T. trató desesperadamente de llegar a su casa, pero cuando lo hizo ya era tarde. Karla había muerto frente a una audiencia que, en silencio, presenció su final. Entre los que miraban estaba él: Zerda era uno de los espectadores del vivo.

Una de las amigas de Karla logró hacer una captura de pantalla que hoy es clave en la investigación. También vio cómo el agresor comenzaba a borrar los mensajes que le había enviado. Pero Karla, como si hubiera previsto su final, había guardado las capturas antes de morir.

Justicia ciega, sorda y muda

Zerda fue detenido días después, imputado por instigación al suicidio y amenazas. Su detención preventiva fue dictada por dos meses en el penal de Tucumán. Sin embargo, su causa podría ser una más entre tantas que terminan sin condena: en Argentina casi no existen antecedentes firmes por este delito.

El abogado de Karla, Augusto Avellaneda, había advertido tres años antes a la fiscalía: "Nos vamos a arrepentir después, doctora". Tenía razón.

Una madre sin consuelo

Mirta Giménez, la madre de Karla, hoy encabeza marchas y pide justicia. Fue ella quien en 2022 buscó ayuda, cuando todavía había tiempo. "Ella hizo todo bien -dice-. Denunció, pidió ayuda, se alejó, intentó sanar. Pero la Justicia no la escuchó".

En su último acto, Karla logró lo que nunca consiguió en vida: que su historia se conociera. Desde esa madrugada, su nombre se convirtió en símbolo de la violencia ignorada y la indiferencia institucional que siguen matando mujeres.

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