Bala perdida
En política, como en la vida, hay palabras que se transforman en un búmeran. José Luis Espert, con su frase de cabecera -"para el narco, cárcel o bala"- creyó marcar un límite moral. Hoy esa sentencia vuelve cargada, como un proyectil sin control que amenaza con perforar el corazón mismo del proyecto libertario.
La bala que regresa
El dato es brutal: Bank of America confirmó que Espert recibió 200.000 dólares de Fred Machado, empresario con causas por narcotráfico y lavado de activos. No se trata de un rumor en pasillos o de un off the record malicioso: es un registro bancario. Un rastro duro, concreto, que pulveriza las justificaciones del diputado y candidato estrella de La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires. Espert construyó su personaje en torno a la intransigencia. El látigo contra los piquetes, el desdén hacia la "casta", el veredicto tajante sobre el crimen organizado. Su discurso era simple: cárcel o bala. Pero el poder tiene esa ironía cruel: cuando el dedo acusador se mancha, el castigo recae sobre quien lo blandía. Recibir fondos de un empresario señalado por vínculos con el narcotráfico no es un "detalle administrativo". Es dinamita en la base de sustentación del mileísmo. Porque el relato libertario se sostiene sobre dos pilares: la pureza ética frente a la "casta inmoral" y la promesa de orden frente al caos. Si uno de sus principales referentes aparece ligado, aunque sea indirectamente, a la plata sucia de las redes criminales, ambos pilares se agrietan.
El daño a Milei y a La Libertad Avanza
El 26 de octubre no es una fecha más: es la prueba de fuego para Milei y su capacidad de consolidar músculo legislativo. Y Buenos Aires es el epicentro electoral. Allí Espert no era un accesorio: era la punta de lanza. Su rol consistía en seducir a sectores de clase media cansados de la inseguridad y de la tibieza de los partidos tradicionales. Ahora, ese mismo público observa con desconfianza. ¿Cómo sostener el eslogan de "el que las hace, las paga" cuando tu propio candidato aparece rozado por dólares narcos? ¿Cómo reclamar la ética del sacrificio cuando en tus filas se cuelan los atajos del dinero envenenado? El riesgo no es solo perder votos: es perder el relato. Porque la política se alimenta de símbolos, y Espert se había convertido en uno de los símbolos más rentables del mileísmo. Hoy ese símbolo se corroe. Y lo que se corroe, contagia.
Filosofía de una contradicción
Hay algo casi trágico en este episodio. Espert invocaba la bala como solución final al narcotráfico. Pero las balas, como las palabras, no siempre siguen la trayectoria prevista. A veces rebotan, reingresan, atraviesan al tirador. Y ese es el drama que enfrenta La Libertad Avanza: su discurso de pureza quedó atravesado por su propio proyectil. El mileísmo, que se vendía como antídoto frente a la hipocresía de la política tradicional, empieza a padecer la misma enfermedad. Y cuando la pureza se mancha, no hay relato que alcance.
Conclusión: el bala perdida
Milei necesita construir poder. Necesita credibilidad, coherencia, símbolos que convoquen. Espert, según el Presidente, ofrecía todo eso. Pero ahora se transformó en lo contrario: un lastre, un riesgo, una herida abierta. La que bala Espert decía disparar contra los narcos se le escapó de las manos y terminó alojándose en el corazón de su propio espacio. Una bala perdida, sí, pero con un blanco preciso: la imagen de La Libertad Avanza en las vísperas de las legislativas. El problema no es solo electoral. Es existencial. Porque un movimiento que se proclamó como la verdad frente a la mentira ahora enfrenta el espejo roto de su propia contradicción. Y en ese reflejo, lo que se pierde no es un diputado. Lo que se pierde es la inocencia.