OPINIÓN

Ascárate, "El Ersepnauta"

Martín Faciano

En la historieta de Héctor Oesterheld, El Eternauta, una nevada mortal cae sobre Buenos Aires y transforma la vida cotidiana en una pesadilla. No se trataba de una tormenta natural, sino de una invasión alienígena encubierta en forma de nieve letal.

Aunque en Tucumán, en Los Pocitos no hubo tal nieve, el paralelo parece insoslayable: durante años, un contaminante prohibido como el PCB se filtró a través de transformadores eléctricos, mientras el Estado aseguraba que no quedaba rastro de esa amenaza. ¿El resultado? Vecinos y niños intoxicados, transformadores explotados y análisis de sangre que confirmaban lo que las autoridades negaban.

En este escenario, aparece la figura de José Ricardo Ascárate, actual interventor del ERSEPT (Ente Regulador de los Servicios Públicos de Tucumán), un organismo creado por ley provincial en 2011 para controlar a las empresas prestatarias como EDET y Transnoa. Por entonces, Ascárate era opositor al gobierno de José Alperovich. Hoy, como si estuviera siendo manipulado por los cascarudos invasores, desde hace 2 años el ex legislador radical se encuentra en las antípodas de aquel militante radical opositor. Haciendo oficialismo, trabajando para un gobierno peronista, minimizando y negando las denuncias por contaminación...

Y como si quisiera convencernos de que "lo viejo funcionó", días atrás, ante la reactivación del tema en medios provinciales y redes sociales, Ascárate declaró, que "Tucumán está libre de PCB desde 2008". Casi lo mismo que decretó Alperovich en 2007, mientras renegociaba el contrato con EDET. Es que, para gran parte de la política el PCB desapareció de Tucumán por esos días...Aunque no haya nadie que asevere haber atestiguado que los procesos de erradicación de este contaminante cancerígeno se hayan hecho cumpliendo a rajatabla los estrictos protocolos pertinentes.

Lo de Ascárate, parece una cuestión de fé. Ascárate buscó clausurar toda sospecha, pero la evidencia de Mirta Abdala, la guerrera vecina de Los Pocitos, dice otra cosa. Abdala denunció públicamente, en 2012, la explosión de un transformador en las afueras de su casa. El aceite derramado fue analizado y dio positivo para PCB. No conforme, Mirta Abdala se hizo estudios médicos que confirmaron la presencia del mismo químico en su sangre. Desde entonces, emprendió una cruzada solitaria que reveló un panorama aterrador: problemas de salud en niños, adultos y ancianos del barrio, y el cáncer como denominador común.

En 2019 Ministerio Público Fiscal recogió su denuncia y a través del ECIF estimó que habría al menos 287 personas afectadas, solo en la zona relevada de en Los Pocitos. Cabe preguntarse: ¿Cómo se explica que una sustancia prohibida, letal y rastreable haya seguido circulando sin que el Estado lo advirtiera? La respuesta tal vez esté en la arquitectura misma de los organismos de control.

Quizás sea hora de preguntarse si la función de los organismos de control es realmente proteger a la población, o simplemente contribuir a garantizar los relatos gubernamentales.

Ascárate, en este escenario, no es el héroe colectivo que advierte el peligro y construye una estrategia de resistencia con los suyos. Es un funcionario que hoy camina en soledad justificando la inercia estatal de los gobiernos anteriores. Y lo hace comprometiendo también a la actual gestión; blindando discursivamente a los responsables políticos y empresariales; esquivando la evidencia; repitiendo una cronología que no cierra y negando que hubo una tormenta tóxica cuando los vecinos ya están empapados. Sin embargo lo peor, es que tiene el tupé de decir que las denuncias por contaminación por PCB son "humo".

En esta tragedia ambiental distópica provincial, al final, la lección es la misma que la del Eternauta: la verdadera lucha no es solo contra lo que mata en silencio, sino contra quienes dicen que no hay nada que temer. Ascárate, el Ersepnauta, es por estas horas una suerte de antihéroe colectivo que, al menos hoy, pareciera estar apostando a salvarse solo...

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