Abuso sexual de los ex jugadores de Vélez: la palabra de la denunciante

"Me violaron. Me drogaron e hicieron con mi cuerpo lo que quisieron", relata la denunciante, quien se presentó con un short ensangrentado y hemorragias a denunciar una violación en pluralidad en marzo de 2024. El derrotero imposible de quien se animó a denunciar hace 21 meses y todavía no encuentra paz mental ni justicia.

La denunciante por violación en pluralidad de los ex jugadores de Vélez hizo todo bien. Sin embargo, el sistema judicial se encargó de romper lo poco que quedó sano en su vida después de la embestida irreparable.

Volvimos al "tenía la pollera muy corta", " a las mujeres les gusta que las violen", " para qué fue", " si le gusta el durazno", " por qué no se fue". O tal vez nunca se fue ese argumento. El retroceso en la mirada frente a las violencias sexuales a las que estamos sometidas hace que siempre el atajo sea hacia la impunidad. No nos perdonan DESEAR, querer tener sexo y decirlo. Por eso la declaración sin fisuras, con una claridad superlativa de la denunciante, genera en la raíz más conservadora una alerta: ella sabe perfectamente lo que quería y lo que no.

A las víctimas de violencia sexual se les exige una lista interminable de pruebas visibles, palpables, enunciables, para un delito que siempre encuentra la manera de abrir una ranura oscura hacia alguna teoría que rescate del abismo a un patriarcado con olor a mugre y semen. ¿Cuánto tiene que hacer una mujer abusada, además de la insoportable tarea diaria de sobrevivir al horror que la visita a diario en su memoria y se hace carne una y otra vez? Los protocolos que pernoctan en los pasillos de tribunales afilan sus colmillos mientras una y otra vez se repite el calvario innombrable que comienza con una denuncia contra la integridad sexual. Un ejército de prejuicios, estigmatizaciones y violencias institucionales emergen de los pisos por los que camina el cuerpo demolido de una víctima más. La pregunta es: ¿cuánto más hostil es la sociedad y cuanto más indiferente es la justicia con las mujeres que se atreven a desmoronar un podio de hombres con cierto poder, reconocimiento social o fama?

Lee más sobre el Caso Vélez: los hechos y las declaraciones de la víctima

Contactar a una mujer por Instagram, proponer una cita a solas, esperar los tres hombres más en la habitación, dar de beber bebidas adulteradas con sustancias: el derrotero de un delito premeditado, pensado y planeado, con la carta de la impunidad entre las piernas. Sin embargo, las miradas incomprensiblemente, desde la propia "justicia", están puestas sobre la víctima.

Dos años de persecusión y hostigamiento

Durante estos casi dos años de revictimización y hostigamiento, ella comprendió que las víctimas tienen el deber de demostrar, que no alcanza con los hechos y las pruebas, que hay un sistema dispuesto a triturar a toda persona que intente romper con el status quo.

"Me sacaron mi profesión, mi sueño de formar una familia, mis proyectos. ¿Quién me va a querer? Me llenaron de culpa", dice la víctima. "Me abusaron ellos, me abusaron los medios y el principal abusador es el sistema judicial", afirma.

"Sufro ataques de pánico, ver mi menstruación es algo que todavía no puedo soportar. Todo me lleva al sangrado del día después de la violación".

Un arbitraje cómplice

Los denunciados, José Florentín, Abiel Osorio, Braian Cufré y Sebastián Sosa, fueron detenidos con prisión preventiva que inmediatamente se transformó en domiciliaria en un country donde vivían varios funcionarios judiciales. Con la llegada de la jueza Adriana Reynoso Cuello, vecina del country de los acusados, los deportistas se liberaron de la prisión preventiva y retomaron su profesión y su vida. ¿Ella? No volvió a trabajar como periodista deportiva, aún hoy no puede recuperar su vida sexual y afectiva, sus amigas de toda la vida se alejaron. Cuando habla de ellas se le quiebra la voz y baja la mirada. Es lo que más de duele en el día a día.

Es difícil imaginar que la estrategia judicial de la defensa de Florentín Bobadilla incluya una contradenuncia, una causa espejo. Sin embargo, esta acción desmedida y realizada en el marco de una serie de exigencias judiciales a los imputados, puso a Florentín contra las cuerdas y a pasos de las rejas. Esta semana, la querella pidió la detención del jugador paraguayo por entorpecimiento de la investigación y revictimización de la denunciante filtrando a la prensa declaraciones, chats y pruebas que estaban dentro de la causa.

Mientras tanto, la víctima tuvo dos intentos de suicidio: "Por lo menos una vez al día digo no doy más. Me veo perdida en la vida, muy seguido no sé para dónde caminar. Me proyecto a futuro y digo quien va a querer estar conmigo. Me pusieron el título de gato y de un montón de atrocidades. ¿Cómo sigo mi vida? ¿Cómo me rearmo?"

21 meses y la causa no está elevada a juicio: Ellos están libres y la víctima presa

La joven decide con buen tino resguardar su identidad. Tucumán es una provincia conservadora, con muchísimos prejuicios en torno a las víctimas de abuso sexual. Sin embargo, la defensa utiliza esta carta para quebrarla.¿Cómo impacta la difusión de la identidad de una víctima de abuso sexual? "Yo me estaba bañando y mi papá me dijo que había una nota con mi nombre y apellido. Salí y me fui directo a la fiscalía. Llegué y no me querían atender. Insisto, no me podían frenar. Hablé con la auxiliar fiscal. Le dije: Me quiero suicidar, no me quiero morir, me quiero matar. Quiero saber ya: si yo me suicido, ¿la causa, cómo sigue? Después llegó la abogada, la fiscal, mi papá y pasamos al despacho. Ahí yo le digo a la fiscal que nunca me habían cuidado que hace 12 meses que solamente me investigaron a mi y no a mis abusadores. Yo hace 21 meses que vengo de rodillas pidiendo justicia mientras Florentín está en Paraguay jugando al fútbol".

Las organizaciones feministas como Periodistas Argentinas y la Multisectorial de Tucumán, frente a la vulneración de todo tipo de derechos de Luli, no tardaron en salir con un comunicado. Sin embargo, el Ministerio Público Fiscal tucumano parece estar más ocupado en cómo barrer debajo de la alfombra la inoperancia que se transforma en complicidad.

Hay otro puñal que la joven se clava por adelantado y no sabe cómo cortar ese sangrado: "¿Sabes que pasa? Me invitan a salir chicos, se enteran quién soy y se van. Estoy quemada por culpa de la justicia. La noche del abuso me quitaron todo y la justicia tucumana se encargó de quitarme más cosas al no hacer nada. Estoy agotada psíquica y mentalmente".

Si nos remontamos a Marita Verón, Paulina Lebos, Paola Tacacho, Karla Robles, no podemos dejar de pensar que las palabras de la víctima del Caso Vélez tiene un respaldo contundente de un pasado judicial con las manos manchadas de sangre.

Créditos: Página 12

Esta nota habla de: